Capítulo
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Marcos 10:22

LBLA Pero él, afligido por estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes.
NBLA Pero él, afligido por estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes.
NVI Al oír esto, el hombre se desanimó y se fue triste porque tenía muchas riquezas.
RV1960 Pero él, afligido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.
JBS Mas él, entristecido por esta palabra, se fue triste, porque tenía muchas posesiones.

¿Qué significa Marcos 10:22?

La historia del joven rico es la historia de alguien que quiere seguir a Dios bajo sus propios términos. El hombre ha obedecido la ley al pie de la letra durante toda su vida adulta y ha alcanzado una posición envidiable de éxito en el mundo. No hay nada de malo en eso. Donde encuentra dificultades es en dejar ir su tesoro mundano y considerar a Dios como su único tesoro real. él es el epítome de una de las "semillas" de la parábola anterior de Jesús: una que acaba siendo ahogada por las preocupaciones del mundo (Marcos 4:19).

Tener dinero no es un pecado, lo que es un pecado es amar el dinero más que a Dios. Como dice Pablo, "porque la raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual algunos, por codiciarlo, se extraviaron de la fe y acabaron por experimentar muchos dolores" (1 Timoteo 6:10). Jesús dice: "nadie puede servir a dos amos, pues odiará a uno y amará al otro, o estimará a uno y menospreciará al otro. Ustedes no pueden servir a Dios y a las riquezas" (Mateo 6:24). Salomón, el rey más rico de la historia de Israel, señala la inutilidad de amar las riquezas: "quien ama el dinero, jamás tiene suficiente. Quien ama las riquezas, nunca recibe bastante. ¡Y también esto es vanidad!" (Eclesiastés 5:10).

La cultura antigua no apreciaba de la misma forma los peligros de amar el dinero. En el pacto mosaico, Dios le prometió a Israel que, si el pueblo lo obedecía y lo adoraba, los bendeciría con fertilidad, ganado, cosechas, éxito sobre sus enemigos y riqueza (Deuteronomio 28:1–14). Los israelitas llegaron a creer que si alguien era rico era porque obedecía a Dios, y los pobres merecían estar en la situación que estaban. Por eso, cuando Satanás le quitó la riqueza a Job, sus amigos trataron de convencerlo de que se arrepintiera de sus pecados (Job 8). Incluso los fariseos, los líderes religiosos que decían encarnar la santidad, eran conocidos por su amor al dinero (Lucas 16:14).

Jesús no está diciendo que, si el joven rico regalara todas sus posesiones, se habría ganado la salvación. Más bien, está aclarando algo: el hombre en realidad no está dispuesto a seguir a Dios "a toda costa". Tan pronto como se trata de renunciar a su riqueza, su interés se desvanece. Esto, señala Jesús, no es una dificultad inusual para los ricos (Marcos 10:23). Sin embargo, sí que demuestra que todos nosotros, en algún momento, tendemos a ocultarle algo de nuestras vidas a Dios. Jesús está ilustrando el hecho de que no hay forma de que podamos ser lo suficientemente buenos o sacrificarnos lo suficiente como para ganarnos el favor de Dios. Los no cristianos siempre acaban valorando otras cosas más que a Dios, por lo tanto, nosotros debemos confiar en Su misericordia para entonces conseguir tener una fe salvadora.

Como el joven rico, Pablo había seguido fielmente la ley (Filipenses 3:6). Sin embargo, después de que Pablo conociera a Jesús, llegó a comprender que su propia justicia no valía nada. Solo la justicia imbuida por el sacrificio de Jesús puede ganarse la vida eterna. Una vez que Pablo llegó a entender eso, consideró sus cosas mundanas como mera basura (Filipenses 3:7–11). La vida eterna viene de la gracia de Dios únicamente, a través de la fe (Efesios 2:8–9).
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