¿Qué significa Santiago 5:1?

Santiago comienza una nueva sección de su carta en la que condena duramente a "los ricos", y les advierte de la miseria que se les avecina. Debían empezar a llorar y a lamentarse. Jesús les dijo algo similar a los ricos en Lucas 6:24–25: "Pero ¡ay de ustedes los ricos!, porque ya han recibido su consuelo. Ay de ustedes, ¡los que ahora están satisfechos!, porque habrán de pasar hambre…"

Esto nos plantea una pregunta razonable: ¿son malas todas las personas que son ricas? ¿Está Santiago diciendo que ser rico es algo malo de por sí? La respuesta es no, porque eso no es lo que está enseñándonos en este pasaje, ni lo que enseñan el resto de las Escrituras. En Santiago 1:10, Santiago les ofrece instrucciones a los cristianos ricos sobre cómo evaluar sus vidas. Pablo hace lo mismo, incluso con más claridad, en 1 Timoteo 6:17. Santiago no los condena por la riqueza en sí, sino porque la riqueza estaba causando que algunos de ellos pecaran, tal y como nos lo describirá durante los siguientes versículos.

La mayoría de los comentaristas están de acuerdo en que los terratenientes ricos sobre los que Santiago está hablando no eran cristianos. Mientras se dirigía a los cristianos en el capítulo 4, Santiago les pidió a las personas que siguen el estilo de vida del mundo que se arrepintieran con humildad, y les recordó que recibieran plenamente la gracia de Dios. En esta sección, Santiago simplemente está condenando a los ricos opresores tal y como lo haría un profeta del Antiguo Testamento mientras está prediciendo el destino que les esperaba. Estas personas usaban su riqueza para hacerles daño a los demás, y tampoco hacían nada para ayudar a los más necesitados (Santiago 4:17). Específicamente, estaban usando su riqueza para oprimir a los cristianos más pobres a los que Santiago se estaba dirigiendo.

Entonces, ¿cómo deberían leer esta sección los cristianos en la actualidad? Primero, debemos sentir consuelo por lo que Santiago dice acerca de que Dios no permitirá que la injusticia quede impune, pero también deberíamos prestarle mucha atención a lo que Santiago está condenando: confiar en las riquezas en lugar de en Dios es una trampa, y la mayoría de nosotros podemos caer en ella.