¿Qué significa Santiago 4:7?

Durante los versículos anteriores, Santiago les dijo a sus lectores cristianos que habían estado viviendo su vida pensando únicamente en ellos mismos, tal y como muchos de nosotros lo hacemos a veces. Estos cristianos se habían comprometido a conseguir lo que querían a toda costa, hasta el punto en el que comenzaron a pelearse con otros creyentes. Todas y todos ellos creían en Dios, pero se negaron a confiar en que Él satisfaría todas sus necesidades incluso aunque no les permitiera tener las cosas que deseaban tener.

Dios ve este estilo de vida como si fuera un tipo de adulterio, como si esos cristianos lo estuvieran engañando con el mundo, y eso es algo que Dios se lo toma personalmente. Dios se opone a nuestro orgullo cuando vivimos de esa manera, pero no nos rechaza completamente. En el versículo anterior, Santiago dijo que Dios siempre nos ofrece Su gracia, sobre todo a las personas más humildes.

¿Qué debemos hacer cuando nos damos cuenta de que hemos caminado de nuevo según la cosmovisión del mundo? Santiago responde a esa pregunta aquí: debemos someternos nuevamente a Dios, debemos renunciar a todo lo que deseamos y recibir de buena gana todo lo bueno que Dios nos da. Debemos renunciar al deseo de conseguir todo lo que queremos y, en cambio, dedicarnos a servir a los demás.

Finalmente, debemos resistirnos a los ataques del diablo. En el capítulo 3, Santiago dijo que la sabiduría del mundo viene, en parte, del diablo, el enemigo de Dios. Satanás ha jugado un papel decisivo para que esta manera de pensar se desarrollara en el mundo desde el comienzo mismo de la historia humana. La promesa de Santiago está muy clara: si abandonamos el camino del mundo y nos resistimos al diablo, él huirá de nosotros.

Pero debemos resistirnos. La resistencia requiere que nos alejemos deliberadamente de este estilo de vida, que no nos dejemos engañar por sus mentiras y que centremos en la verdad sobre la bondad, el amor y el poder de nuestro Dios. El diablo huye cuando demostramos con humildad nuestra sumisión a la verdad de la Palabra de Dios.