Verso
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Santiago 3:6

LBLA Y la lengua es un fuego, un mundo de iniquidad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, la cual contamina todo el cuerpo, es encendida por el infierno e inflama el curso de nuestra vida.
NBLA También la lengua es un fuego, un mundo de iniquidad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, la cual contamina todo el cuerpo, es encendida por el infierno e inflama el curso de nuestra vida.
NVI También la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Siendo uno de nuestros órganos, contamina todo el cuerpo y, encendida por el infierno, prende a su vez fuego a todo el curso de la vida.
RV1960 Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, y contamina todo el cuerpo, e inflama la rueda de la creación, y ella misma es inflamada por el infierno.
JBS Y la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Así es la lengua entre nuestros miembros que contamina todo el cuerpo, e inflama el curso de nuestro naturaleza, y es inflamada del infierno.

¿Qué significa Santiago 3:6?

Santiago ha estado describiendo el asombroso poder que pueden tener nuestras lenguas, es decir, las cosas que decimos. Como las brocas que controlan los caballos, o los timones que controlan los barcos, o las chispas que inician un incendio en un bosque, nuestras diminutas lenguas (a través de las palabras que decimos con ellas) pueden hacer cosas enormes, y muchas de ellas son tremendamente destructivas.

Aquí, Santiago deja de comparar la lengua con otras cosas y comienza a describirla tal y como es. La imagen no es algo hermoso de por sí, sino que es como un fuego, lo que significa que podemos quemarlo todo con nuestras palabras. Esta es una buena perspectiva a tener en cuenta antes decir algo sobre algo o sobre alguien.

Santiago también dice que la lengua es como "un mundo de maldad". En nuestro estado natural y pecaminoso, nuestras palabras no surgen de un lugar que a veces es bueno y a veces es malvado, sino que vienen de un lugar que es completamente malvado en todos los sentidos. La lengua no es simplemente la única manzana podrida que pudiera haber dentro de un barril, sino que es el miembro del cuerpo que corrompe a todos los demás miembros. Cuando la lengua se descontrola, puede prender fuego al rumbo de nuestra vida y quemar todo lo que se encuentra en su camino.

Sin embargo, nuestras lenguas no arden con su propio fuego. Ese fuego de destrucción que surge desde nuestra imprudencia no se origina en nosotros, sino que es el infierno el que la prende. La palabra "infierno" aquí se deriva del nombre griego del valle de Hinom, un lugar muy conocido que se encontraba a las afueras de Jerusalén. En el valle de Hinom se realizaban sacrificios humanos. Durante la época del ministerio terrenal de Jesús, se utilizaba para quemar basura, la cual nunca paraba de arder. Debido a que este lugar estaba asociado con la basura, el rechazo, el mal, la destrucción y el fuego, el valle de Hinom a menudo se presentaba como una imagen del juicio eterno que Dios dejará caer sobre el pecado: el infierno.

Entonces, ¿qué significa todo esto? Nuestras lenguas (las palabras que decimos con ellas debido a nuestra falta de autocontrol) son poderosamente malvadas y destructivas, y esto es un problema muy serio que surge de los problemas espirituales más básicos que todas las personas tienen: el orgullo y la falta de autocontrol. Durante los capítulos anteriores, Santiago dijo que nuestras acciones demuestran la realidad de sus creencias. Aquí, Santiago nos deja claro que la forma en que usamos nuestra lengua revela nuestra verdadera naturaleza. Debido a que somos personas caídas, nuestra naturaleza es pecaminosa y destructiva. Por lo tanto, debemos orar para que Dios nos cambie.
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