¿Qué significa Mateo 8:6?
Jesús ha regresado a Su ciudad natal adoptiva en Cafarnaún y se le ha acercado un centurión romano, un oficial militar que estaba a cargo de varios cientos de soldados en el imperio romano. Este era un hombre que entendía mucho sobre autoridad y poder. El mensaje que tenía para Jesús, el cual fue entregado a través de algunos ancianos judíos que lo respetaban (Lucas 7:1–10), es simple: tenía un criado en su casa que era paralítico y estaba sufriendo mucho. Lucas nos revela que el criado estaba al borde de la muerte.El centurión se refiere a Jesús diciendo "Señor", lo que significa que Él creía que Jesús era el Mesías o que respetaba a Jesús mucho. En cualquier caso, el centurión está absolutamente convencido de que Jesús podía sanar a su criado. Aún más impresionante es el hecho de que Jesús tenía poder suficiente como para curar a su criado desde la distancia con la misma autoridad que Él mismo podía hacer que sus soldados lo obedecieran (Mateo 8:8–9). Jesús se sorprendió gratamente al ver este tipo de fe, sobre todo porque este hombre no era un israelita.
Mateo 8:5–13 describe la interacción que Jesús tuvo con un centurión romano en Cafarnaún. Este oficial gentil tenía un siervo que era paralítico y sufría mucho. El centurión dice que Jesús ni siquiera necesitaba ir a su casa, sino que él podía sanar al hombre con solo decir una palabra. Debido a que este hombre tenía autoridad, este hombre sabía que Jesús también tenía autoridad para realizar esa curación. Jesús aplaude esta fe y también dice que muchos gentiles estarán en el reino de los cielos junto con los patriarcas judíos. Sin embargo, no todos los israelitas acabarán estando allí. Finalmente, Jesús le dice al oficial romano que su siervo había sido sanado.
Mateo comparte una serie de historias que nos revelan la autoridad que Jesús tenía y tiene sobre las enfermedades, los demonios e incluso el clima. Jesús sana a un hombre humilde con lepra que tenía mucha fe. Luego sana al criado de un centurión romano que creía que Jesús no necesitaba ir a su casa para sanarlo, sino que Jesús solo necesitaba decirlo y así ocurriría. Jesús alaba la asombrosa fe de este hombre gentil. Después de sanar a muchos más, Jesús y los discípulos se quedan atrapados en una tormenta casi mortal en el Mar de Galilea. Jesús detiene la tormenta con una sola frase. Más tarde, Jesús expulsa algunos demonios de dos hombres y de una gran manada de cerdos.