¿Qué significa Efesios 4:26?
La lista de mandamientos prácticos que Pablo comenzó a compartir en el versículo 25 continúa centrándose en el tema de la ira. Pablo nos ofrece dos principios aquí. Primero, Pablo nos enseña que la ira no es necesariamente mala. La ira en sí no es un pecado; hay algunas cosas por las que los cristianos deberían enfadarse. Dios expresa Su ira (Éxodo 4:14). Jesús mostró una ira controlada cuando comenzó a darle la vuelta a las mesas de los recaudadores de impuestos en el templo (Juan 2:13–17). Sin embargo, cuando no sabemos controlar nuestra ira, eso puede llevarnos hacia el pecado rápidamente. Por eso, el hecho de que nos podamos enojar, incluso con razón, no nos da una excusa para pecar. El autocontrol es necesario para canalizar la ira de una manera que honre a Dios.Pablo nos da un segundo mandamiento para saber controlar la ira: es importante no dejar que la ira se quede sin resolver. La idea aquí no es que tengamos un límite físico que coincide con la puesta del sol literal, como si hubiera un cierto momento del día en que todos los agravios tuvieran que ser ignorados. En cambio, esto se trata más bien de no dejar pasar el tiempo antes de hacer frente a la ira cuando comenzamos a sentirla. Los creyentes deben darle prioridad a la manera en que tratan su ira. De lo contrario, la amargura o el deseo de venganza pueden crecer, lo que nos puede llevar a tener más pensamientos y acciones pecaminosas. La ira puede ser una emoción útil, pero debemos saber manejarla con cuidado y rapidez para evitar que nos conduzca hacia el pecado. Debemos evitar que nos controle, en lugar de que acabe guiando nuestras acciones.