¿Qué significa 1 Tesalonicenses 4:8?

Pablo está haciéndonos una terrible advertencia acerca de los peligros que vienen a causa de la impureza sexual. Los cristianos de Tesalónica estaban inmersos en una cultura que trataba los pecados sexuales como si fueran algo normal, o incluso como si fuera una parte más de sus cultos religiosos (1 Tesalonicenses 4:3–5). Tales pecados no solo son inmorales, sino que dañan enormemente a quienes participan en ellos (1 Tesalonicenses 4:6–7).

Pablo habla sobre la autoridad de Dios en ese versículo, ya que quienquiera que rechaza estos conceptos de inmoralidad sexual y la voluntad de Dios para que seamos santos, no está rechazando a Pablo sino a Dios. Después de todo, Dios le había dado a Pablo estas instrucciones para que se las transmitiera a sus lectores. Por tanto, ignorar la voluntad de Dios en lo que al sexo se refiere no es una ofensa menor, y al hacerlo demostramos que en realidad hay una profunda rebelión en contra del Creador dentro de nosotros. Dios puede cambiar a cualquiera (1 Corintios 6:11), pero las personas que se niegan a someterse a los mandamientos que Dios nos ha dado acerca de la inmoralidad sexual demuestran que esas personas están totalmente perdidas (1 Corintios 6:9–10).

Además, Dios les había dado Su Espíritu Santo a los lectores de Pablo. Romanos 8:9 dice: "… y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de él". Parte del ministerio del Espíritu Santo es producir cualidades santas en la vida de los creyentes. Gálatas 5:22–23 nos describe el fruto del Espíritu, diciendo que es "amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza". Cuando un creyente coopera con el Espíritu Santo durante el proceso de santificación siguiendo la voluntad del Espíritu (Gálatas 5:16), acaba produciendo el fruto del Espíritu. Cabe señalar que el fruto del Espíritu es un conjunto de cualidades cristianas. Por lo tanto, no produce una cualidad de forma aislada, sino que las produce todas al mismo tiempo.