¿Qué significa Romanos 14:9?
Este versículo concluye el pensamiento que se inició en los dos versículos anteriores. Pablo ha dicho que como cristianos, no vivimos ni morimos para nosotros mismos. En cambio, vivimos y morimos para el Señor; somos suyos tanto en esta vida como en la venidera. Esto apoya las instrucciones de Pablo sobre aquellos que tienen una "fe débil" y aquellos que tienen una fe más fuerte. Aquellos que son "débiles en la fe" y que sienten una fuerte convicción sobre asuntos que no están del todo claros, como comer carne, no deben juzgar a los que no están de acuerdo. Aquellos que reconocen que Dios nos ha ofrecido todas las cosas con un buen propósito (1 Timoteo 4: 4) no deben menospreciar a los que tienen una conciencia más restringida. Por lo tanto, ninguno es dueño del otro: Cristo es el Señor de todos.Ahora, Pablo usa un lenguaje poético para mostrar que es por eso por lo que Cristo murió por nuestros pecados y resucitó. Al hacerlo, se convirtió en el Señor de los vivos y de los que han muerto y existirán para siempre. Cristo ha experimentado tanto la vida como la muerte y ahora tiene la máxima autoridad sobre los que viven y los que han muerto y han entrado en la eternidad.
A la luz de esta verdad fundamental, Pablo volverá a preguntar en los siguientes versículos por qué alguno de nosotros pensaría que es nuestro trabajo juzgar a otros cristianos que ya le pertenecen al Señor (Colosenses 2:16–23).
Romanos 14:1–12 describe cómo los cristianos deben tratarse los unos a los otros cuando tienen puntos de vista diferentes sobre asuntos que hicieran referencia a la libertad y el pecado. Primero, los cristianos con una fe fuerte que entienden que todas las cosas son limpias para los que están en Cristo deben darles la bienvenida y no intentar cambiar a los cristianos que tienen una fe más débil, quienes creen que algunas cosas, como comer ciertas carnes, son pecado. Cada uno debe actuar según sus convicciones y honrar al Señor al hacerlo. Por lo tanto ninguno debe juzgar al otro, porque el verdadero día del juicio se acerca, un día en el que todos estaremos ante Cristo y daremos cuenta de nuestras vidas.
En Romanos 14, Pablo aborda la cuestión de cómo los cristianos que tienen diferentes convicciones sobre asuntos controversiales deben tratarse entre sí en la iglesia. Los cristianos con una fe fuerte que se sienten libres de comer y beber lo que anteriormente estaba prohibido por la ley de Moisés no deben hacer alarde de sus libertades frente a los cristianos de fe más débil que no están convencidos de si es correcto o no participar en esas cosas. Por lo tanto, ningún grupo debería juzgar al otro. Aquellos que tienen una fe fuerte deberían ceder en lugar de animar a aquellos que tienen una fe más débil a desobedecer a su propia conciencia, lo cual sí es un pecado.