Capítulo
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Verso

Marcos 7:35

LBLA Y al instante se abrieron sus oídos, y desapareció el impedimento de su lengua, y hablaba con claridad.
NBLA Al instante se abrieron sus oídos, y desapareció el impedimento de su lengua, y hablaba con claridad.
NVI Con esto, se le abrieron los oídos al hombre, se le destrabó la lengua y comenzó a hablar normalmente.
RV1960 Al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien.
JBS Luego fueron abiertos sus oídos, y fue desatada la ligadura de su lengua, y hablaba bien.

¿Qué significa Marcos 7:35?

La curación de los sordos y mudos es una profecía, directamente identificada con la obra de Dios: "entonces se abrirán los ojos de los ciegos, lo mismo que los oídos de los sordos. Entonces los cojos saltarán como ciervos, y la lengua del mudo cantará"(Isaías 35:5–6). Al igual que muchas profecías mesiánicas, parte del ministerio terrenal de Jesús consistía en ofrecerle a la gente una idea de lo que experimentaremos durante el Reino Milenial y la eternidad.

El primer milagro que se registra de Jesús fue convertir el agua en vino durante una boda en Caná. Cuando el maestro de la fiesta probó el vino, le dijo al novio: "todo el mundo sirve primero el buen vino, y cuando ya han bebido mucho, entonces sirve el menos bueno; ¡pero tú has reservado el buen vino hasta ahora!" (Juan 2:10) Jesús no solo hizo vino para que la fiesta de bodas no se arruinara, sino que hizo un tipo de vino que el novio nunca podría haber pagado. De la misma manera, Jesús ha sanado completamente al sordo con un impedimento del habla; y no solo lo suficientemente bien como para comunicarse, sino que lo ha sanado completamente (Marcos 7:37).

Esta es la esperanza para aquellos de nosotros que estamos sufriendo en estos momentos. Muchos de nosotros no llegamos a experimentar una curación completa en este mundo; aquellos que insisten en que alguien se curará completamente si esa persona tiene "suficiente fe" son falsos maestros. Sin embargo, aquellos que confían en Cristo para su salvación pueden descansar sabiendo que pasaremos la eternidad con él, y que Dios nos sanará completamente. Mientras estemos con él en el paraíso, no derramaremos lágrimas, ni sufriremos dolor, ni sentiremos pena (Apocalipsis 21:4). La muerte no podrá con nosotros nunca más (Apocalipsis 20:6); y, lo mejor de todo, pasaremos la eternidad con Dios, quien fue el que nos curó de nuestros males en primer lugar (1 Juan 3:2; Apocalipsis 21:1–4).
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