Verso

Hebreos 12:19

LBLA ni a sonido de trompeta, ni a ruido de palabras tal, que los que oyeron rogaron que no se les hablara más ;
NBLA ni a sonido de trompeta, ni a ruido de palabras tal, que los que oyeron rogaron que no se les hablara más.
NVI ni a sonido de trompeta, ni a tal clamor de palabras que quienes lo oyeron suplicaron que no se les hablara más,
RV1960 al sonido de la trompeta, y a la voz que hablaba, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más,
JBS y al sonido de la trompeta, y a la voz de las palabras, la cual los que la oyeron rogaron que no se les hablase más;

¿Qué significa Hebreos 12:19?

Cuando Israel salió de Egipto, Dios hizo un pacto con ellos en el monte del Sinaí (Éxodo 19:9–20). Este evento fue milagroso y espectacular. También fue aterrador, ya que Dios usó nubes, fuego, el sonido de trompetas y una montaña prohibida para pronunciar Sus Palabras. Este pasaje continúa el tema constante del libro de Hebreos: el nuevo pacto es superior al antiguo pacto. En este caso, la comparación se entiende bajo el hecho de cómo se nos presenta el pacto.

El versículo anterior comenzó a describir la naturaleza intimidante de la obra de Dios en el monte Sinaí. Esta descripción continúa aquí, y sus efectos aparecen en versículos posteriores. Comprensiblemente, la gente se quedó conmocionada, lo cual era la intención de Dios. Se suponía que debían ver a Dios como un Dios completamente santo y al que no podían acercarse bajo su condición pecaminosa. Tal y como se explicó anteriormente en el libro de Hebreos, el objetivo del antiguo pacto era que la humanidad entendiera su propio pecado y, como resultado, volviera con Dios (Hebreos 9:8–12; Gálatas 3:23–24). Otra idea que se comparte en este libro es que el antiguo pacto presentaba varios componentes físicos, que resultaron ser símbolos del pacto "real", el cual iba a ser espiritual. Aquí, en esta sección, se hace un contraste similar entre los eventos físicos del Sinaí y la naturaleza espiritual del nuevo pacto.
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Resumen de contexto
Hebreos 12:18–29 resume las lecciones que aparecieron en los capítulos 11 y 12. Los que viven bajo el nuevo pacto tienen la ventaja de mirar a Cristo, en lugar de la ley. La Ley del Antiguo Testamento apareció a través de señales ominosas, mensajes extremos, con fuego y sacrificio; involucraba cosas materiales en un mundo material. Dios se presentó a sí mismo como un Dios inaccesible, lo cual era símbolo de Su santidad. El Nuevo Pacto ofrece algo mejor y algo más allá de los rituales y las necesidades terrenales. También simbólicamente, Cristo nos da la habilidad de acercarnos a Dios, una que el antiguo pacto no podía otorgarnos. Si bien las cosas anteriores pueden cambiarse y destruirse, el destino que Cristo les ofrece a los creyentes no se puede cambiar o destruir. Ese es un "reino inquebrantable" y, por eso, nuestra adoración a Dios debe estar acompañada de una continua reverencia hacia Dios y lo que Dios ha hecho por nostros.
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Resumen del capítulo
El capítulo 11 nos describe algunas de las victorias más conocidas de varios héroes del Antiguo Testamento, además de sus sufrimientos y las persecuciones que tuvieron que experimentar durante sus vidas. Este capítulo usa todas esas personas y sus experiencias de vida como evidencia para demostrar que Dios nunca nos abandona cuando sufrimos. En muchos casos, Dios utiliza esas experiencias para "entrenarnos", como si fuéramos atletas, para hacernos más fuertes. En otros casos, el sufrimiento se debe entender como el tipo de disciplina que un niño o una niña recibe de un padre o de una madre debido al amor que sienten por ellos. A diferencia del antiguo pacto, el cual inspiraba temor y pavor en las personas que intentaron obedecerlo, el nuevo pacto nos ofrece paz. Como con cualquier otro asunto que trata sobre lo que es verdad y lo que no lo es, debemos aferrarnos a lo que es verdad, para que así podamos llegar a formar parte de "un reino inconmovible."
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¿Qué es el evangelio?
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