¿Qué significa Filipenses 3:2?
Este versículo se puede resumir con la expresión "ten cuidado". Pablo está haciéndonos una serie de advertencias específicas sobre ciertos grupos que parecieron haber estado molestando a los cristianos filipenses. Pablo pudo haberse enterado de todo esto gracias a Epafrodito, quien había ido a visitarle desde la iglesia filipense antes de que se pusiera malo (Filipenses 2:25).Primero, Pablo les hace una advertencia acerca de los "perros". A diferencia de los animales domésticos de hoy en día, los perros en el siglo I eran generalmente animales salvajes que vagabundeaban en grupo, y eran agresivos carroñeros y ladrones que no tenían problema a la hora de comerse cualquier alimento que se encontraban (Mateo 7:6; 15:26, 27; Marcos 7:27, 28; Lucas 16:21; 2 Pedro 2:22; Apocalipsis 22:15). Los falsos maestros, tal y como los que Pablo describe en esta sección, solo se centraban en ellos mismos, y no formaban parte de la familia de la fe, sino que buscaban sacar todo lo que podían de los demás para así aprovecharse de ellos.
En segundo lugar, Pablo les advierte a los filipenses que los falsos maestros son peligrosos, un tema del que Pablo también habla en otras de sus cartas (2 Corintios 11:13). Uno de los grupos que Pablo menciona son los "judaizantes" (Tito 1:10). Estos falsos maestros decían que la fe en Cristo no era suficiente para la salvación, sino que cumplir los requisitos de la ley del Antiguo Testamento también era necesario para alcanzar la salvación y entender el evangelio. Esta perspectiva tan legalista hizo que la práctica de la circuncisión pasara de ser un acto de obediencia a convertirse en una simple "mutilación" del cuerpo.
Más allá de todo esto, Pablo dice que la fe en Cristo es la "verdadera circuncisión" en el siguiente versículo. Estos falsos maestros trataban de promover la adhesión a la Torá como si fuera una parte fundamental del cristianismo, y Pablo estaba totalmente en contra de esto. La salvación solo se alcanza a través de la gracia mediante la fe en Cristo (Efesios 2:8–9), y no por obras, entre las que se incluyen las obras de la ley.