¿Qué significa 1 Corintios 12:19?
La imagen tan cómica que Pablo está compartiendo en la que las partes del cuerpo quieren dejar de funcionar es menos cómica cuando pensamos en todas las formas en que los cristianos hacen cosas similares en la iglesia, el cuerpo de Cristo. ¿Cuántos cristianos han decidido simplemente dejar de desempeñar el papel que deben desempeñar solo porque no les gusta la función que Dios les ha pedido que cumplan? En realidad, no es que no puedan servir, dar, enseñar, etc., sino que realmente les gustaría hacer otra cosa.Espiritualmente, esto es como si una parte del cuerpo eligiera dejar de funcionar. En el mejor de los casos, esa parte estaría consumiendo recursos sin contribuir a la misión prevista para el cuerpo en su conjunto. En el peor de los casos, comenzaría a distraer a otros miembros y esos miembros dejarían de ser eficientes en sus trabajos ya que tendrían que ofrecer parte de su tiempo para cubrir el trabajo de la parte del cuerpo que decidió dejar de funcionar.
¿Por qué no podemos elegir el trabajo que queremos tener en la iglesia y servir de esa manera? Pablo nos muestra el por qué en este versículo. Si cada miembro decidiera hacer lo mismo —pastor, intérprete de lenguas, etc.— el cuerpo dejaría de existir. Incluso si mil narices se juntaran, tampoco podrían formar un cuerpo. Una masa de células cerebrales, sin huesos, ni dedos, ni intestinos ni codos, sería inútil e incapaz de sobrevivir.
1 Corintios 12:12–31 continúa con la enseñanza de Pablo sobre los dones espirituales, los cuales deben cooperar para fortalecer la voluntad de Dios en la iglesia. La iglesia cristiana es como un cuerpo humano. Es un organismo individual formado por muchas partes diferentes que cumplen una amplia variedad de funciones. Todas esas funciones son importantes en igual medida. Por lo tanto, nadie puede decidir que no le gusta su don o el papel que está desempeñando en la iglesia, ni tampoco puede renunciar a ellos. El cuerpo necesita que cada miembro haga su parte para funcionar correctamente. Debemos respetarnos y valorarnos los unos a los otros en la iglesia, porque su funcionamiento depende ello.
Pablo comienza a responder a otra pregunta que los corintios le habían hecho en su carta: ¿qué son los dones espirituales? ¿Quién los recibe? ¿y para qué sirven? Pablo dice que los dones espirituales no causan que los creyentes sean espirituales, sino que es el Espíritu de Dios que habita en ellos lo que les hace ser espirituales. Además, el Espíritu nos da uno o más dones espirituales a cada uno de nosotros para que los usemos para servir en la iglesia. La iglesia es como un cuerpo, en el que cada parte es necesaria, y todas las partes existen para servirse las unas a las otras. Por lo tanto, todo creyente debe descubrir qué dones ha recibido del Espíritu y valorar la función que puede cumplir con ellos dentro del cuerpo de Cristo.