¿Qué significa Efesios 2:9?
Pablo terminó el versículo anterior enseñándonos que la salvación es un regalo de Dios. Aquí continúa recordándonos nuevamente que las obras no nos salvan ni pueden salvarnos. Las buenas obras son importantes en la vida de los creyentes, pero no valen nada cuando se trata de nuestra salvación. Normalmente se dice que hacemos cosas buenas como resultado de nuestra salvación, no para alcanzar la salvación. Pablo se crío siendo un fariseo, por lo tanto, para él, la única manera de agradar a Dios era siguiendo la ley. Pablo era fiel a su religión, pero no conocía a Dios, y fue entonces cuando Dios se le reveló a Pablo a través de Su gracia. Pablo creyó y entonces alcanzó la salvación (Hechos 9).Pablo también habla aquí de una de las razones por las que habla sobre la inutilidad de las obras en lo que respecta a nuestra salvación. Si la salvación pudiera ganarse, las personas que se la ganaran se jactarían frente a los demás de haberla conseguido ellos mismos. Pablo se relacionó con personas que pensaban que sus obras habían causado que Dios los mirara con buenos ojos (Filipenses 3:2–11). La verdad es que Dios es el único que puede proporcionarnos la salvación, y sólo Él es digno de toda gloria y honor. Los creyentes existimos para ser Sus siervos, y dependemos completamente de Él tanto para vivir como para alcanzar la salvación.
Efesios 2:1–10 nos explica claramente la relación que hay entre nuestra falta de obediencia, la gracia de Dios y nuestra salvación. Las personas que han alcanzado la salvación a través de Cristo no se merecen esta salvación y solo la reciben por misericordia y la gracia de Dios, quien quiere perdonarnos. En esta sección, Pablo dice de nuevo que los esfuerzos humanos no tienen ningún impacto en nuestra salvación. Por esto, no hay ningún cristiano que pueda jactarse de su lo bueno o lo buena que es, ya que alcanzamos la salvación únicamente a través de la gracia de Dios, no debido a nuestras propias obras.
Pablo enfatiza repetidamente que la salvación se logra en base a la gracia de Dios, a través de la fe. Las buenas obras, el esfuerzo humano y nuestras mejores intenciones nunca serán suficientes como para ganarnos la salvación. Todo el mundo está marcado por el pecado, tanto el pecado que se comete de manera deliberada como de manera accidental, y por esta razón merecemos estar separados de Dios. Por tanto, la única manera de alcanzar la salvación es a través de Su misericordia y gracia, por lo que no hay lugar a la jactancia. Esto también significa que todas las personas que han alcanzado la salvación, tanto judíos como gentiles, forman parte de una misma familia espiritual, y no hay motivo para que haya ningún tipo de hostilidad entre los creyentes. De hecho, todos somos indignos de la bondad de Dios y hemos alcanzado la salvación gracias a esa misma bondad y gracia de Dios.