Verso
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2 Pedro 3:13

LBLA Pero, según su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia.
NBLA Pero, según Su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra, en los cuales mora la justicia.
NVI Pero, según su promesa, esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva, en los que habite la justicia.
RV1960 Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.
JBS Pero esperamos cielos nuevos y tierra nueva, según sus Promesas, en los cuales mora la justicia.

¿Qué significa 2 Pedro 3:13?

A diferencia del mensaje de los falsos maestros, Pedro les ha asegurado y advertido a sus lectores que Cristo regresará en el momento perfecto que Dios ha planeado, y Dios juzgará los pecados de la humanidad con un fuego que consumirá los cielos—o "el cielo"—y los elementos—o "los cuerpos celestes". Los versículos 11 y 12 nos ofrecen una descripción más detallada de estos eventos.

Resulta que la destrucción durante el juicio no es la única profecía que se cumplirá. Dios también ha prometido que traerá un nuevo cielo y una nueva Tierra para Sus hijos, un lugar que ya esperamos y en el que anhelamos estar. A diferencia del mundo actual, ese nuevo lugar será un lugar donde la justicia vivirá para siempre porque Dios vivirá con Su pueblo (Apocalipsis 21:1–4).

¿Quiere decir Pedro que nuestros cielos y nuestra Tierra actuales serán completamente destruidos y reemplazados por un planeta completamente nuevo o quizás un universo completamente nuevo? ¿O está diciendo que Dios purificará nuestros cielos y nuestra Tierra actuales con fuego, creando un mundo nuevo en el mismo planeta después de que se haya quemado toda la injusticia que hay aquí y ahora? Teólogos y eruditos han discrepado sobre este tema durante cientos de años.

En verdad, es difícil saber exactamente cómo serán el juicio de Dios y los nuevos cielos y la nueva Tierra que Dios traerá consigo ese día. Lo que sí nos parece que está claro es que el juicio será terrible y definitivo y que la Tierra y los cielos nuevos serán un lugar físico real donde Dios mismo vivirá con nosotros.

El apóstol Juan confirma la profecía de Pedro en Apocalipsis 21:1–5, e incluye estas palabras, las cuales están llenas de esperanza: "aquí está el tabernáculo de Dios con los hombres. Él vivirá con ellos, y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos y será su Dios. Dios enjugará las lágrimas de los ojos de ellos, y ya no habrá muerte, ni más llanto, ni lamento ni dolor; porque las primeras cosas habrán dejado de existir".
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