¿Qué significa Hebreos 8:10?
Este versículo continúa una cita de Jeremías 31:31–34. El escritor de Hebreos está señalando que Dios mismo prometió ofrecerle al pueblo de Israel un "nuevo pacto". Entonces, lógicamente, esto significa que el antiguo pacto es inferior a todo lo que Dios había planeado para el futuro. Si no fuera así, ¿por qué lo cambiaría? Esto es parte del argumento de que la intención de Dios siempre fue que la salvación viniera a través de Jesucristo, no a través de la Ley del Antiguo Testamento. Los versículos anteriores demostraron que este pacto prometido era nuevo, y no era simplemente una reutilización del antiguo, y que la principal debilidad del antiguo pacto era que dependía de los esfuerzos humanos y su falibilidad.En este versículo, Jeremías describe un nuevo pacto entre Dios y el hombre que describe perfectamente el ministerio de Jesucristo. En particular, este versículo señala la diferencia que existe entre un pacto que se basa en reglas legalistas externas y uno basado en una experiencia interna y personal con Dios. Este impulso de obediencia, que va desde adentro hacia afuera, es la obra del Espíritu Santo, el cual se mueve dentro de aquellos que son salvos (2 Corintios 3:1–3). Jeremías no fue el único profeta que hizo tal afirmación; la idea también se puede ver en lugares como Ezequiel 36:26–27.
Hebreos 8:7–13 usa una cita de Jeremías para respaldar una declaración importante. Según el autor de Hebreos, Dios siempre ha tenido la intención de reemplazar el antiguo pacto de los sacerdotes levitas por un nuevo pacto, uno que estaría centrado en la obra de Jesucristo. La descripción de Jeremías de un pacto, uno que era explícitamente diferente del que se le ofreció a Israel durante el Éxodo, describe la naturaleza personal e interna del Espíritu Santo dentro de los creyentes que ya se habían salvado. Las palabras de Jeremías también ponen un gran énfasis sobre las declaraciones del tipo "Yo haré" que Dios mismo pronuncia.
El capítulo 8 de Hebreos indica que los templos, los rituales y los objetos del antiguo pacto siempre debían ser simbólicos; eran reales y valiosos, pero su valor máximo estaba en su simbolismo. Dios siempre tuvo la intención de que apuntasen hacia un pacto mejor. En lugar de algo repetitivo, terrenal y limitado, Dios planeó ofrecer algo completo, personal y eterno a través de Jesucristo. Como una prueba más de esto, el escritor de Hebreos nos ofrece otra cita más de las Escrituras judías, esta vez del profeta Jeremías.