¿Qué significa Hebreos 8:1?
Los primeros versículos del capítulo 8 hacen de puente entre dos ideas. Una sobre la que acabamos hablar, hasta el final del capítulo 7, es que a Jesús se le ha dado un sacerdocio superior al de cualquier otro hombre. Esto incluía referencias sobre Melquisedec, cuyo sacerdocio encarnaba los rasgos que hacen de Jesús un representante mejor y más perfecto para la humanidad. La siguiente idea es que el sistema del Antiguo Testamento se consideraba como un símbolo del plan final de Dios. Hebreos 7:22–28 se utiliza como la fuente desde la cual se originan otras ideas que se expresarán con mayor claridad a partir del versículo 7.Este versículo comienza a condensar la descripción que el escritor hace de Jesús en algunas ideas centrales. Jesús es moralmente perfecto, por lo que Su servicio como sacerdote es perfecto; este es el significado de que Jesús sea "tal sumo sacerdote". Jesús es superior porque Su papel es superior, de la misma manera que Melquisedec fue superior a Abrahán (Hebreos 7:1–10).
Se dice que Jesús está "sentado", algo que se usa a menudo en la literatura antigua como una frase que simboliza que algo se ha terminado. Una idea importante de los próximos capítulos es que la obra de Cristo está completamente acabada y no necesita repetirse, tal y como lo hacen los sacrificios levíticos. Se dice de Jesús que su asiento está a la "derecha" de Dios, lo cual simboliza el poder, la autoridad y la aceptación. Además, se dice que esta posición está "en los cielos", lo que implica que Jesús debe ser exaltado al máximo exponente.
Hebreos 8:1–6 presagia la idea de que las cosas terrenales, como el tabernáculo, deben ser símbolos de las cosas celestiales. En particular, el papel de Cristo como sacerdote es superior al sistema del Antiguo Testamento porque ocurre en la "verdadero tabernáculo" que Dios ha dispuesto, en lugar de la tienda terrenal que ha sido hecha por el hombre. Las palabras que Dios compartió con Moisés demuestran esta naturaleza simbólica del tabernáculo. Esto también nos conduce hacia una nueva referencia de las Escrituras judías, la cual nos demuestra que esta fue la intención de Dios desde el principio.
El capítulo 8 de Hebreos indica que los templos, los rituales y los objetos del antiguo pacto siempre debían ser simbólicos; eran reales y valiosos, pero su valor máximo estaba en su simbolismo. Dios siempre tuvo la intención de que apuntasen hacia un pacto mejor. En lugar de algo repetitivo, terrenal y limitado, Dios planeó ofrecer algo completo, personal y eterno a través de Jesucristo. Como una prueba más de esto, el escritor de Hebreos nos ofrece otra cita más de las Escrituras judías, esta vez del profeta Jeremías.