¿Qué significa Efesios 6:13?
Debido al alcance y poder del mal espiritual al que se enfrentan los creyentes (Efesios 6:12), Pablo les recuerda a los cristianos que todas las partes de la armadura son de vital importancia. La armadura de Dios es una unidad, y no tiene la misma fuerza si no nos la ponemos entera. Primero tenemos la salvación y la Palabra de Dios, y también necesitamos la oración y la justicia. Todos estos componentes deben funcionar al mismo tiempo para poder operar de una manera efectiva.Pablo a menudo agrupa ideas espirituales que están interconectadas entre sí para enfatizar su importancia. De hecho, Pablo hace lo mismo cuando habla del "fruto" del Espíritu, el cual está formado por nueve atributos en total (Gálatas 5:22–23). Esta es una técnica literaria que pretende darnos a entender que todas las áreas que son enumeradas son esenciales para el desarrollo espiritual creyente. De este modo, evitamos cometer el error de interpretar erróneamente este tipo de pasajes y pensar que los creyentes pueden seguir parte de los consejos que nos ofrece Dios y al mismo tiempo olvidarse de otros.
Las personas que llevan puesta toda la armadura de Dios reciben ciertos beneficios. La expresión el "día malo" se refiere aquí a cualquier momento en el que estamos siendo atacados espiritualmente, y no a lo que ocurrirá durante los "últimos días". Los creyentes deben estar constantemente en guardia y llevar la armadura de Dios siempre puesta. Además, los creyentes que llevan la armadura de Dios pueden "mantenerse firmes", una expresión que se utiliza en el Antiguo Testamento para comunicarnos la idea de que estamos teniendo éxito en la manera en que estamos obedeciendo a Dios (Éxodo 14:13; 2 Crónicas 20:17; Salmo 89:28; Isaías 46:8; Daniel 11:32).
Tal y como ocurre en el versículo 11, las frases que Pablo usa en este versículo implican la idea de que los cristianos deben defenderse en lugar de atacar. Esto no quiere decir que cristianos nunca deban enfrentarse activamente a las falsedades con las que se encuentren (2 Corintios 10:5). Más bien, esto un recordatorio de que, durante nuestra batalla espiritual, Dios al final será quien obtenga la victoria. Por tanto, no estamos llamados a cargar contra Satanás, sino a soportar sus ataques hasta que Cristo vuelva y triunfe de una vez por todas.