¿Qué significa 2 Corintios 9:15?
Pablo termina aquí de animar a los corintios para que participaran voluntariamente y con alegría en la colecta que tenía el objetivo de satisfacer las necesidades de los cristianos de Jerusalén, quienes lo estaban pasando muy mal. Pablo dice al final: ¡Demos gracias a Dios por su don inefable!" Pablo no se centra en el regalo de dinero en sí, sino en el regalo que Dios les ofrece a todas las personas que están en Cristo.Pablo dice que el regalo de Dios es algo "inefable". Tal vez Pablo tiene en mente lo que escribió sobre el regalo que supuso el sacrificio que Cristo hizo por la humanidad en el capítulo anterior, "pues ustedes ya conocen la gracia de nuestro Señor Jesucristo que, por amor a ustedes, siendo rico se hizo pobre, para que con su pobreza ustedes fueran enriquecidos" (2 Corintios 8:9).
O bien, Pablo podría estar enfatizando la idea de que es importante participar en la justicia de Dios y en la manera en que debemos estarle agradecido por todo lo que hace en la Tierra. Las personas que dan con generosidad también reciben una "cosecha". El dar y todas las cosas buenas que ese dar provoca, al final, satisfacen enormemente a los cristianos que dan en sumisión a Cristo.
En 2 Corintios 9:6-15, Pablo explica los beneficios y las oportunidades que trae consigo la generosidad. El punto clave es que la generosidad piadosa es un acto de gracia semejante al de Cristo. Dios no quiere que la generosidad se haga como una obligación o bajo una nube de legalismo, sino que debe estar inspirada y motivada por un corazón dispuesto y alegre. La generosidad es una oportunidad para que los creyentes participen con Dios en la satisfacción de las necesidades de los pobres. Dios aumenta la capacidad de los creyentes que dan generosamente para dar aún más, lo que da como resultado un aumento de Su justicia en la tierra y hace que la gratitud hacia Él se desborde. Él será glorificado por aquellos que reciben la dádiva y oran por aquellos que dan.
Pablo continúa animando a los corintios a cumplir con la promesa que habían hecho, ya que habían acordado contribuir a una colecta para ayudar a los cristianos que estaban pasándolo mal en Jerusalén. Debían dar de buena gana, incluso con alegría, de acuerdo con lo que habían acordado dar en el pasado. En realidad, esa colecta no solo ayudaría a los demás, sino que también mostraría lo agradecidos que estaban por todo lo que Dios había hecho en sus vidas. Al ayudar a sus hermanos y hermanas de Jerusalén, establecerían una conexión íntima con otras personas que también estaban sufriendo en Cristo, lo cual también glorificaría a Dios. Este capítulo también nos dice que Dios quiere que las ofrendas cristianas se basen en la fe, sean voluntarias y se den con alegría. Por lo tanto, se debe evitar el legalismo, la opresión y cualquier tipo de obligación en los momentos en los que decidamos darles a los demás.