¿Qué significa 1 Corintios 4:2?
Pablo ha dicho que él y el resto de los apóstoles en la iglesia eran administradores de los misterios de Dios. Un "administrador" es alguien que se encarga de algo que no le pertenece. Por ejemplo, un hombre rico puede darle a un siervo de confianza el trabajo de administrar sus inversiones o la organización de su hogar.Obviamente, entonces, para que alguien confíe en nosotros como su administrador, primero debemos serle fiel a esa persona y tener una reputación que se base en el hecho de siempre haber dicho la verdad, no haber robado nunca y haber vivido una vida con integridad. Esto es algo bastante obvio.
Pablo dice que Dios debe considerarlos tanto a él como a los otros maestros cristianos como personas fieles antes de poder servir como administradores de los misterios que Dios les ha revelado. Todos ellos debían ser personas íntegras en las que se pudiera confiar. Sin embargo, Pablo continuará sugiriendo que el hecho de que se pudiera confiar en él también provenía de Dios y no de otras personas. Si bien es importante que los líderes cristianos tengan una buena reputación (1 Timoteo 3:7), su verdadera responsabilidad era llegar a ser personas íntegras a ojos de Dios.
1 Corintios 4:1–13 comienza con Pablo insistiendo en que no le preocupaba lo que otros pensaran de él o de la manera que lo juzgaran. El Señor es quien lo juzgará, y eso es lo que verdaderamente importa. Los corintios se habían vuelto un poco arrogantes en su manera de juzgar, y se olvidaron de que todas las cosas buenas que tenían eran un regalo. Todos los corintios estaban bien a nivel económico y estatus social, pero Pablo y los otros apóstoles vivían en la pobreza y bajo persecución, y eran considerados escoria por el mundo. Aun así, imitaron a Jesús bendiciendo a quienes los maltrataban y continuaron sirviendo a Cristo sin importar lo que les ocurriera.
Pablo continúa demostrando la razón por la que los cristianos de Corinto no deberían dividirse por el hecho de a qué maestro siguieran. De hecho, el Señor es el único que puede juzgar a Sus siervos, incluido Pablo. Al hacerse jueces, estaban actuando como si tuvieran todo lo que necesitaban, y lo hacían con orgullo, un orgullo que procedía tanto de su reputación como de su estatus. En cambio, los apóstoles vivían para Cristo en la pobreza y bajo persecución. Pablo escribe como si un padre les estuviera escribiendo a sus niños pequeños, y los anima a cambiar de rumbo e imitar su vida. "¿Qué prefieren ustedes? ¿Que los visite con una vara, o con amor y con un espíritu apacible?"
