¿Qué significa 1 Corintios 4:11?
Pablo continúa describiendo la realidad diaria que vivían apóstoles de Cristo mientras intentaban ministrar a los demás en nombre de Cristo. Pablo está contrastando la riqueza y el poder que los corintios parecían poseer con la vida de los apóstoles, quienes eran considerados como personas insensatas e incluso inútiles por la sociedad de esa época.En este versículo, Pablo comienza a hablar específicamente sobre algunas de las cosas que los apóstoles estaban experimentando: hambre, sed, falta de ropa, y si tenían ropa no era ropa de calidad en absoluto. El mundo los perseguía—y en algunos casos, los golpeaban físicamente—por causa de Cristo. Sus vidas eran muy peligrosas, tal y como probablemente lo recordaban bien los corintios cuando se acordaban del tiempo que Pablo había estado con ellos allí.
Finalmente, Pablo dice que él y los demás apóstoles no tienen un hogar. Pablo vivió su vida siendo un evangelista y misionero itinerante, y seguramente iba de un lugar a otro durmiendo en habitaciones que otros le prestaban o le alquilaban. Por lo tanto, nunca tuvo su propia casa, porque su ministerio no se lo permitía.
Durante los siguientes versículos, Pablo continúa describiéndonos algunas de las dificultades por las que tenía que pasar debido a ser un ministro y apóstol de Cristo, pero también comienza a hablar positivamente sobre todas estas experiencias.
1 Corintios 4:1–13 comienza con Pablo insistiendo en que no le preocupaba lo que otros pensaran de él o de la manera que lo juzgaran. El Señor es quien lo juzgará, y eso es lo que verdaderamente importa. Los corintios se habían vuelto un poco arrogantes en su manera de juzgar, y se olvidaron de que todas las cosas buenas que tenían eran un regalo. Todos los corintios estaban bien a nivel económico y estatus social, pero Pablo y los otros apóstoles vivían en la pobreza y bajo persecución, y eran considerados escoria por el mundo. Aun así, imitaron a Jesús bendiciendo a quienes los maltrataban y continuaron sirviendo a Cristo sin importar lo que les ocurriera.
Pablo continúa demostrando la razón por la que los cristianos de Corinto no deberían dividirse por el hecho de a qué maestro siguieran. De hecho, el Señor es el único que puede juzgar a Sus siervos, incluido Pablo. Al hacerse jueces, estaban actuando como si tuvieran todo lo que necesitaban, y lo hacían con orgullo, un orgullo que procedía tanto de su reputación como de su estatus. En cambio, los apóstoles vivían para Cristo en la pobreza y bajo persecución. Pablo escribe como si un padre les estuviera escribiendo a sus niños pequeños, y los anima a cambiar de rumbo e imitar su vida. "¿Qué prefieren ustedes? ¿Que los visite con una vara, o con amor y con un espíritu apacible?"