¿Qué significa Gálatas 2:4?

Cuando nació la iglesia, la mayoría de los nuevos creyentes en Jesús eran judíos que habían crecido siguiendo la ley de Moisés. Los varones de este grupo habían sido circuncidados a una edad temprana; esta práctica tan distintiva se usaba a menudo para resumir el propósito de toda la ley de Moisés. Al ser judíos fieles, estos primeros cristianos fueron criados con la idea de que tenían que evitar a todas las personas que no era judías, los gentiles, durante algunas situaciones específicas.

Después de que estas personas creyeron en Jesús, muchas de ellas continuaron siguiendo al menos algunas de las prácticas de la Ley. Sin embargo, ¿qué pasaba cuando se le contaba las buenas nuevas de la salvación por medio de la fe en Jesús a alguien que nunca había sido judío que nunca había seguido la Ley? ¿Qué tenían que "hacer" para ser incluidos en este nuevo movimiento llamado cristianismo?

Pablo predicó exactamente lo que Jesús le dijo que predicara: estos creyentes no judíos no tenían que "hacer" nada diferente para alcanzar la salvación y ser incluidos en la familia de Dios. Ese, de hecho, es el mensaje central del evangelio, que Jesús ya lo había hecho todo en la cruz. Entonces, en el caso de los creyentes gentiles, ellos no necesitaban ser circuncidados como si en realidad se estuvieran uniendo al judaísmo marcado por la ley de Moisés (Éxodo 12:48). Pablo ha dicho que los líderes cristianos más influyentes de Jerusalén, quienes todos eran judíos y en su mayoría apóstoles, estaban de acuerdo con él. Por tanto, no requirieron que, por ejemplo, el amigo griego de Pablo, Tito, fuera circuncidado para así poder alcanzar la salvación (Gálatas 2:3).

Sin embargo, había otras personas en Jerusalén que pensaban que Tito debía ser circuncidado. Pablo llamó a estos hombres "falsos hermanos". Su posición se establece claramente en Hechos 15:1: "de Judea llegaron algunos que enseñaban a los hermanos que, si no se circuncidaban según el rito de Moisés, no podían ser salvos". Pablo dijo enfáticamente que ese no era el evangelio de Jesús, sino una perversión del mismo. Este es un aspecto crucial de cómo el Nuevo Testamento explica la salvación; las Escrituras son muy claras en cuanto a que cualquier intento de añadir obras, rituales o cualquier otro requisito para alcanzar la salvación por gracia mediante la fe es algo falso y digno de ser condenado (Gálatas 1:8–9).

Pablo incluso acusa de ser espías a los que estaban enseñando que las obras eran un requisito para alcanzar la salvación en la iglesia cristiana, quienes tenían el propósito de quitarles la libertad que Cristo les había dado con el fin de reemplazarla con la esclavitud que representaba la ley.