¿Qué significa 1 Corintios 15:49?
La Biblia describe el cuerpo humano en dos estados diferentes. Uno es el cuerpo natural con el que todos estamos familiarizados. Tal y como fue el caso con el cuerpo de Adán, estos cuerpos anteriores a la muerte están hechos para vivir en la Tierra (Génesis 2:7). Al mismo tiempo, están corrompidos por el pecado y son temporales. Las personas que estén en Cristo, sin embargo, recibirán un segundo cuerpo. Este nuevo cuerpo surgirá de alguna manera de nuestros antiguos cuerpos (1 Corintios 15:37). Sin embargo, se transformará en el momento de la resurrección siguiendo el modelo del cuerpo de Cristo en lugar del de Adán (1 Juan 3:2). Ese nuevo cuerpo estará hecho del mismo material eterno que se utilizó para formar el cuerpo de Cristo y será edificado para vivir eternamente en el cielo junto a Dios.Ahora, Pablo añade que ambos cuerpos están marcados de alguna manera por la primera persona que los tuvo. Todo ser humano lleva la imagen de Adán; nuestras características, tanto externas como internas, siguen el patrón que Dios estableció en nuestros cuerpos cuando formó a Adán de la tierra. De manera similar, todo cristiano y cristiana llevará de alguna manera la imagen del primer cuerpo en ser resucitado a un cuerpo glorificado, el cuerpo de Cristo. Dado que esos cuerpos serán eternos, llevaremos Su imagen para siempre.
A pesar de lo que algunos piensan, esto no significa que no tendremos nuestra imagen y características propias en la eternidad. Llevar la imagen de Cristo no significa que todos tendremos el rostro específico de Cristo, ni tampoco significa que todos tendremos exactamente el mismo yo indistinguible. De hecho, en la actualidad, no tenemos el mismo aspecto que Adán. En cambio, debemos entender que nuestros cuerpos glorificados seguirán el patrón del cuerpo de Cristo en el sentido de que compartiremos las características que definieron ese cuerpo (1 Corintios 15:51).
1 Corintios 15:35–49 describe la manera en que los cuerpos resucitados de los creyentes serán diferentes de nuestros cuerpos actuales. Los cuerpos resucitados no serán cadáveres reanimados o alguna versión más demacrada de nuestro cuerpo antes de que falleciéramos, sino todo lo contrario. Nuestros cuerpos corruptos actuales son como semillas que se siembran para finalmente dar vida a la planta. Nuestros cuerpos actuales son solo temporales, deshonrosos y están llenos de debilidades. En cambio, nuestros cuerpos transformados serán eternos, glorificados y poderosos, hechos de los materiales del cielo, no de la Tierra, y tendrán la capacidad de pasar toda la eternidad con Dios.
Pablo comparte una enseñanza detallada sobre la resurrección de los cristianos de entre los muertos, ya que parece ser que había algunos corintios que no creían en ella. Pablo dice que la muerte natural no es el final de la vida para los cristianos, sino que es el último paso antes de recibir un cuerpo glorificado y resucitado como el de Cristo cuando resucitó. Ese cuerpo "espiritual" será tan diferente de nuestros cuerpos actuales como lo es una estrella de un pez. En ese momento, la muerte será derrotada para siempre para todos los que hayan creído en Cristo, tanto para los vivos como para los muertos.