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1
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3
4
5
6
7
8
9
10
11
12
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14
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48
Lucas capitulo 19
La Biblia de las Américas
1
Habiendo entrado
Jesús
en Jericó, pasaba por la ciudad.
2
Y un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de los recaudadores de impuestos y era rico,
3
trataba de ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, ya que él era de pequeña estatura.
4
Y corriendo delante, se subió a un sicómoro para verle, porque
Jesús
estaba a punto de pasar por allí.
5
Cuando Jesús llegó al lugar, miró hacia arriba y le dijo: Zaqueo, date prisa y desciende, porque hoy debo quedarme en tu casa.
6
Entonces él se apresuró a descender y le recibió con gozo.
7
Y al ver
esto
, todos murmuraban, diciendo: Ha ido a hospedarse con un hombre pecador.
8
Y Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor : He aquí, Señor, la mitad de mis bienes daré a los pobres, y si en algo he defraudado a alguno,
se lo
restituiré cuadruplicado.
9
Y Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa, ya que él también es hijo de Abraham ;
10
porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido.
11
Estando ellos oyendo estas cosas, continuando
Jesús
, dijo una parábola, porque El estaba cerca de Jerusalén y ellos pensaban que el reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro.
12
Por eso dijo: Cierto hombre
de familia
noble fue a un país lejano a recibir un reino para sí y
después
volver.
13
Y llamando a diez de sus siervos, les dio diez minas y les dijo: “Negociad
con esto
hasta que yo regrese.”
14
Pero sus ciudadanos lo odiaban, y enviaron una delegación tras él, diciendo: “No queremos que éste reine sobre nosotros.”
15
Y sucedió que al regresar él, después de haber recibido el reino, mandó llamar a su presencia a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que habían
ganado
negociando.
16
Y se presentó el primero, diciendo: “Señor, tu mina ha producido diez minas más.”
17
Y él le dijo: “Bien hecho, buen siervo, puesto que has sido fiel en lo muy poco, ten autoridad sobre diez ciudades.”
18
Entonces vino el segundo, diciendo: “Tu mina, señor, ha producido cinco minas.”
19
Y dijo también a éste: “Y tú vas a estar sobre cinco ciudades.”
20
Y vino otro, diciendo: “Señor, aquí está tu mina, que he tenido guardada en un pañuelo;
21
pues te tenía miedo, porque eres un hombre exigente, que recoges lo que no depositaste y siegas lo que no sembraste.”
22
El le contestó: “Siervo inútil, por tus propias palabras te voy a juzgar. ¿Sabías que yo soy un hombre exigente, que recojo lo que no deposité y siego lo que no sembré?
23
“Entonces, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco, y al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses?”
24
Y dijo a los que estaban presentes: “Quitadle la mina y dád
sela
al que tiene las diez minas.”
25
Y ellos le dijeron: “Señor, él
ya
tiene diez minas.”
26
Os digo, que a cualquiera que tiene,
más
le será dado, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
27
Pero a estos mis enemigos, que no querían que reinara sobre ellos, traedlos acá y matadlos delante de mí.
28
Habiendo dicho esto, iba delante, subiendo hacia Jerusalén.
29
Y aconteció que cuando se acercó a Betfagé y a Betania, cerca del monte que se llama de los Olivos, envió a dos de los discípulos,
30
diciendo: Id a la aldea que está enfrente, en la cual, al entrar, encontraréis un pollino atado sobre el cual nunca se ha montado nadie ; desatadlo y traed
lo
.
31
Y si alguien os pregunta: “¿Por qué
lo
desatáis?”, de esta manera hablaréis: “Porque el Señor lo necesita.”
32
Entonces los enviados fueron y
lo
encontraron como El les había dicho.
33
Mientras desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino?
34
Y ellos respondieron: Porque el Señor lo necesita.
35
Y lo trajeron a Jesús, y echando sus mantos sobre el pollino, pusieron a Jesús
sobre él
.
36
Y mientras El iba avanzando, tendían sus mantos por el camino.
37
Cuando ya se acercaba, junto a la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, regocijándose, comenzó a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto,
38
diciendo: ¡BENDITO EL REY QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR ! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas !
39
Entonces algunos de los fariseos de
entre
la multitud le dijeron : Maestro, reprende a tus discípulos.
40
Respondiendo El, dijo: Os digo que si éstos callan, las piedras clamarán.
41
Cuando se acercó, al ver la ciudad, lloró sobre ella,
42
diciendo: ¡Si tú también hubieras sabido en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está oculto a tus ojos.
43
Porque sobre ti vendrán días, cuando tus enemigos echarán terraplén delante de ti, te sitiarán y te acosarán por todas partes.
44
Y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no conociste el tiempo de tu visitación.
45
Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían,
46
diciéndoles: Escrito está: “Y MI CASA SERA CASA DE ORACION ”, pero vosotros la habéis hecho CUEVA DE LADRONES.
47
Y enseñaba diariamente en el templo, pero los principales sacerdotes, los escribas y los más prominentes del pueblo procuraban matarle ;
48
y no encontraban la manera de hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de El, escuchándole.
Nueva Biblia de las Américas
1
Cuando Jesús entró en Jericó, pasaba por la ciudad.
2
Y un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de los recaudadores de impuestos y era rico,
3
trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, ya que Zaqueo era de pequeña estatura.
4
Corriendo delante, se subió a un árbol sicómoro y así Lo podría ver, porque Jesús estaba a punto de pasar por allí.
5
Cuando Jesús llegó al lugar, miró hacia arriba y le dijo: “Zaqueo, date prisa y desciende, porque hoy debo quedarme en tu casa.”
6
Entonces él se apresuró a descender y Lo recibió con gozo.
7
Al ver
esto
, todos murmuraban: “Ha ido a hospedarse con un hombre pecador.”
8
Pero Zaqueo, puesto en pie, dijo a Jesús: “Señor, la mitad de mis bienes daré a los pobres, y si en algo he defraudado a alguien,
se lo
restituiré cuadruplicado.”
9
“Hoy ha venido la salvación a esta casa,” le dijo Jesús, “ya que él también es hijo de Abraham;
10
porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que se había perdido.”
11
Estando ellos oyendo estas cosas, Jesús continuó diciendo una parábola, porque El estaba cerca de Jerusalén y ellos pensaban que el reino de Dios iba a aparecer de un momento a otro.
12
Por eso dijo: “Cierto hombre
de familia
noble fue a un país lejano a recibir un reino para sí y
después
volver.
13
Llamando a diez de sus siervos, les repartió diez 10 minas (salario de unos mil días) y les dijo: ‘Negocien
con esto
hasta que yo regrese.’
14
Pero sus ciudadanos lo odiaban, y enviaron una delegación tras él, diciendo: ‘No queremos que éste reine sobre nosotros.’
15
Y al regresar él, después de haber recibido el reino, mandó llamar a su presencia a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que habían
ganado
negociando.
16
Se presentó el primero, diciendo: ‘Señor, su moneda se ha multiplicado diez veces.’
17
Y él le dijo: ‘Bien hecho, buen siervo, puesto que has sido fiel en lo muy poco, ten autoridad sobre diez ciudades.’
18
Entonces vino el segundo, diciendo: ‘Su moneda, señor, se ha multiplicado cinco veces.’
19
Dijo también a éste: ‘Y tú vas a estar sobre cinco ciudades.’
20
Y vino otro, diciendo: ‘Señor, aquí está su moneda, que he tenido guardada en un pañuelo;
21
pues a usted le tenía miedo, porque es un hombre exigente, que recoge lo que no depositó y siega lo que no sembró.’
22
El le contestó: ‘Siervo inútil, por tus propias palabras te voy a juzgar. ¿Sabías que yo soy un hombre exigente, que recojo lo que no deposité y siego lo que no sembré?
23
Entonces, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco, y al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses?’
24
Y dijo a los que estaban presentes: ‘Quítenle la moneda y dén
sela
al que tiene las diez monedas.’
25
Ellos le dijeron: ‘Señor, él
ya
tiene diez monedas.’
26
Les digo, que a cualquiera que tiene,
más
le será dado, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
27
Pero a estos mis enemigos, que no querían que reinara sobre ellos, tráiganlos acá y mátenlos delante de mí.”
28
Habiendo dicho esto, Jesús iba delante, subiendo hacia Jerusalén.
29
Cuando se acercó a Betfagé y a Betania, cerca del monte que se llama de los Olivos, envió a dos de los discípulos,
30
diciéndoles: “Vayan a la aldea que está enfrente, en la cual, al entrar, encontrarán un pollino atado sobre el cual nunca se ha montado nadie; desátenlo y tráigan
lo
.
31
Y si alguien les pregunta: ‘¿Por qué
lo
desatan?’ de esta manera hablarán: ‘Porque el Señor lo necesita.’”
32
Entonces los enviados fueron y
lo
encontraron como El les había dicho.
33
Mientras desataban el pollino, sus dueños les dijeron: “¿Por qué desatan el pollino?”
34
Les respondieron: “Porque el Señor lo necesita.”
35
Lo trajeron a Jesús, y echando sus mantos sobre el pollino, pusieron a Jesús
sobre él
.
36
Y mientras El iba avanzando, tendían sus mantos por el camino.
37
Cuando ya se acercaba, junto a la bajada del Monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, regocijándose, comenzó a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto,
38
diciendo: “¡BENDITO EL REY QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR! ¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!”
39
Entonces algunos de los Fariseos de
entre
la multitud Le dijeron: “Maestro, reprende a Tus discípulos.”
40
Pero El respondió: “Les digo que si éstos se callan, las piedras clamarán.”
41
Cuando Jesús se acercó, al ver la ciudad, lloró sobre ella,
42
diciendo: “¡Si tú también hubieras sabido en este día lo que conduce a la paz! Pero ahora está oculto a tus ojos.
43
Porque sobre ti vendrán días, cuando tus enemigos echarán terraplén delante de ti, te sitiarán y te acosarán por todas partes.
44
Te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, porque no conociste el tiempo de tu visitación.”
45
Entrando Jesús en el templo, comenzó a echar fuera a los que vendían,
46
diciéndoles: “Escrito está: ‘MI CASA SERA CASA DE ORACION pero ustedes la han hecho CUEVA DE LADRONES.’”
47
Jesús enseñaba diariamente en el templo. Pero los principales sacerdotes, los escribas y los más prominentes del pueblo procuraban matar a Jesús;
48
y no encontraban la manera de hacerlo, porque todo el pueblo estaba pendiente de El, escuchando
lo que decía.
Nueva Versión Internacional
1
Jesús llegó a Jericó y comenzó a cruzar la ciudad.
2
Resulta que había allí un hombre llamado Zaqueo, jefe de los recaudadores de impuestos, que era muy rico.
3
Estaba tratando de ver quién era Jesús, pero la multitud se lo impedía, pues era de baja estatura.
4
Por eso se adelantó corriendo y se subió a un árbol sicómoro para poder verlo, ya que Jesús iba a pasar por allí.
5
Llegando al lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: ?Zaqueo, baja en seguida. Tengo que quedarme hoy en tu casa.
6
Así que se apresuró a bajar y, muy contento, recibió a Jesús en su casa.
7
Al ver esto, todos empezaron a murmurar: «Ha ido a hospedarse con un pecador».
8
Pero Zaqueo dijo resueltamente: ?Mira, Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes y, si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea.
9
?Hoy ha llegado la salvación a esta casa —le dijo Jesús—, ya que este también es hijo de Abraham.
10
Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
11
Como la gente lo escuchaba, pasó a contarles una parábola, porque estaba cerca de Jerusalén y la gente pensaba que el reino de Dios iba a manifestarse en cualquier momento.
12
Así que les dijo: «Un hombre de la nobleza se fue a un país lejano para ser coronado rey y luego regresar.
13
Llamó a diez de sus siervos y entregó a cada cual una buena cantidad de dinero. Les instruyó: “Hagan negocio con este dinero hasta que yo vuelva”.
14
Pero sus súbditos lo odiaban y mandaron tras él una delegación a decir: “No queremos a este por rey”.
15
»A pesar de todo, fue nombrado rey. Cuando regresó a su país, mandó llamar a los siervos a quienes había entregado el dinero, para enterarse de lo que habían ganado.
16
Se presentó el primero y dijo: “Señor, su dinero ha producido diez veces más”.
17
“¡Hiciste bien, siervo bueno! —le respondió el rey—. Puesto que has sido fiel en tan poca cosa, te doy el gobierno de diez ciudades”.
18
Se presentó el segundo y dijo: “Señor, su dinero ha producido cinco veces más”.
19
El rey le respondió: “A ti te pongo sobre cinco ciudades”.
20
»Llegó otro siervo y dijo: “Señor, aquí tiene su dinero; lo he tenido guardado, envuelto en un pañuelo.
21
Es que le tenía miedo a usted, que es un hombre muy exigente: toma lo que no depositó y cosecha lo que no sembró”.
22
El rey le contestó: “Siervo malo, con tus propias palabras te voy a juzgar. ¿Así que sabías que soy muy exigente, que tomo lo que no deposité y cosecho lo que no sembré?
23
Entonces, ¿por qué no pusiste mi dinero en el banco, para que al regresar pudiera reclamar los intereses?”
24
Luego dijo a los presentes: “Quítenle el dinero y dénselo al que recibió diez veces más”.
25
“Señor —protestaron—, ¡él ya tiene diez veces más!”
26
El rey contestó: “Les aseguro que a todo el que tiene, se le dará más, pero al que no tiene, se le quitará hasta lo que tiene.
27
Pero, en cuanto a esos enemigos míos que no me querían por rey, tráiganlos acá y mátenlos delante de mí”».
28
Dicho esto, Jesús siguió adelante, subiendo hacia Jerusalén.
29
Cuando se acercó a Betfagué y a Betania, junto al monte llamado de los Olivos, envió a dos de sus discípulos con este encargo:
30
«Vayan a la aldea que está enfrente y, al entrar en ella, encontrarán atado un burrito en el que nadie se ha montado. Desátenlo y tráiganlo acá.
31
Y, si alguien les pregunta: “¿Por qué lo desatan?”, díganle: “El Señor lo necesita”».
32
Fueron y lo encontraron tal como él les había dicho.
33
Cuando estaban desatando el burrito, los dueños les preguntaron: ?¿Por qué desatan el burrito?
34
?El Señor lo necesita —contestaron.
35
Se lo llevaron, pues, a Jesús. Luego pusieron sus mantos encima del burrito y ayudaron a Jesús a montarse.
36
A medida que avanzaba, la gente tendía sus mantos sobre el camino.
37
Al acercarse él a la bajada del monte de los Olivos, todos los discípulos se entusiasmaron y comenzaron a alabar a Dios por tantos milagros que habían visto. Gritaban:
38
?¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor! ?¡Paz en el cielo y gloria en las alturas!
39
Algunos de los fariseos que estaban entre la gente le reclamaron a Jesús: ?¡Maestro, reprende a tus discípulos!
40
Pero él respondió: ?Les aseguro que, si ellos se callan, gritarán las piedras.
41
Cuando se acercaba a Jerusalén, Jesús vio la ciudad y lloró por ella.
42
Dijo: ?¡Cómo quisiera que hoy supieras lo que te puede traer paz! Pero eso ahora está oculto a tus ojos.
43
Te sobrevendrán días en que tus enemigos levantarán un muro y te rodearán, y te encerrarán por todos lados.
44
Te derribarán a ti y a tus hijos dentro de tus murallas. No dejarán ni una piedra sobre otra, porque no reconociste el tiempo en que Dios vino a salvarte.
45
Luego entró en el templo y comenzó a echar de allí a los que estaban vendiendo.
46
«Escrito está —les dijo—: “Mi casa será casa de oración”; pero ustedes la han convertido en “cueva de ladrones”».
47
Todos los días enseñaba en el templo, y los jefes de los sacerdotes, los maestros de la ley y los dirigentes del pueblo procuraban matarlo.
48
Sin embargo, no encontraban la manera de hacerlo, porque todo el pueblo lo escuchaba con gran interés.
Reina-Valera 1960
1
Habiendo entrado Jesús en Jericó, iba pasando por la ciudad.
2
Y sucedió que un varón llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos, y rico,
3
procuraba ver quién era Jesús; pero no podía a causa de la multitud, pues era pequeño de estatura.
4
Y corriendo delante, subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí.
5
Cuando Jesús llegó a aquel lugar, mirando hacia arriba, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose yo en tu casa.
6
Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso.
7
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador.
8
Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.
9
Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham.
10
Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
11
Oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y ellos pensaban que el reino de Dios se manifestaría inmediatamente.
12
Dijo, pues: Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver.
13
Y llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo.
14
Pero sus conciudadanos le aborrecían, y enviaron tras él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros.
15
Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno.
16
Vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas.
17
Él le dijo: Está bien, buen siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades.
18
Vino otro, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas.
19
Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades.
20
Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo;
21
porque tuve miedo de ti, por cuanto eres hombre severo, que tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste.
22
Entonces él le dijo: Mal siervo, por tu propia boca te juzgo. Sabías que yo era hombre severo, que tomo lo que no puse, y que siego lo que no sembré;
23
¿por qué, pues, no pusiste mi dinero en el banco, para que al volver yo, lo hubiera recibido con los intereses?
24
Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas.
25
Ellos le dijeron: Señor, tiene diez minas.
26
Pues yo os digo que a todo el que tiene, se le dará; mas al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
27
Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y decapitadlos delante de mí.
28
Dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén.
29
Y aconteció que llegando cerca de Betfagé y de Betania, al monte que se llama de los Olivos, envió dos de sus discípulos,
30
diciendo: Id a la aldea de enfrente, y al entrar en ella hallaréis un pollino atado, en el cual ningún hombre ha montado jamás; desatadlo, y traedlo.
31
Y si alguien os preguntare: ¿Por qué lo desatáis? le responderéis así: Porque el Señor lo necesita.
32
Fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo.
33
Y cuando desataban el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino?
34
Ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita.
35
Y lo trajeron a Jesús; y habiendo echado sus mantos sobre el pollino, subieron a Jesús encima.
36
Y a su paso tendían sus mantos por el camino.
37
Cuando llegaban ya cerca de la bajada del monte de los Olivos, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzó a alabar a Dios a grandes voces por todas las maravillas que habían visto,
38
diciendo: ¡Bendito el rey que viene en el nombre del Señor; paz en el cielo, y gloria en las alturas!
39
Entonces algunos de los fariseos de entre la multitud le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos.
40
Él, respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.
41
Y cuando llegó cerca de la ciudad, al verla, lloró sobre ella,
42
diciendo: ¡Oh, si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que es para tu paz! Mas ahora está encubierto de tus ojos.
43
Porque vendrán días sobre ti, cuando tus enemigos te rodearán con vallado, y te sitiarán, y por todas partes te estrecharán,
44
y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti, y no dejarán en ti piedra sobre piedra, por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.
45
Y entrando en el templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él,
46
diciéndoles: Escrito está: Mi casa es casa de oración; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
47
Y enseñaba cada día en el templo; pero los principales sacerdotes, los escribas y los principales del pueblo procuraban matarle.
48
Y no hallaban nada que pudieran hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole.
Biblia del Jubileo
1
Y habiendo entrado
Jesús
, iba pasando por Jericó;
2
y he aquí un varón llamado Zaqueo, el cual era el principal de los publicanos, y era rico;
3
Y procuraba ver quién era Jesús; mas no podía a causa de la multitud, porque era pequeño de estatura.
4
Y corriendo delante, se subió a un árbol sicómoro para verle; porque había de pasar por allí.
5
Y como vino a aquel lugar Jesús, mirando, le vio, y le dijo: Zaqueo, date prisa, desciende, porque hoy es necesario que pose en tu casa.
6
Entonces él descendió aprisa, y le recibió gozoso.
7
Y viendo esto, todos murmuraban, diciendo que había entrado a posar con un hombre pecador.
8
Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado.
9
Y el Señor le dijo: Porque hoy ha sido hecha salud a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham.
10
Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido.
11
Y oyendo ellos estas cosas, prosiguió Jesús y dijo una parábola, por cuanto estaba cerca de Jerusalén, y porque pensaban que luego había de ser manifestado el Reino de Dios.
12
Dijo pues: Un hombre noble se fue a una provincia lejos, para tomar para sí un reino, y volver.
13
Mas llamados diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad entre tanto que vengo.
14
Pero sus ciudadanos le aborrecían, y enviaron tras de él una embajada, diciendo: No queremos que éste reine sobre nosotros.
15
Y aconteció, que vuelto él, habiendo tomado el reino, mandó llamar a sí a aquellos siervos a los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno.
16
Y vino el primero, diciendo: Señor, tu mina ha ganado diez minas.
17
Y él le dice: Está bien, buen siervo; pues que en lo poco has sido fiel, tendrás potestad sobre diez ciudades.
18
Y vino el segundo, diciendo: Señor, tu mina ha hecho cinco minas.
19
Y también a éste dijo: Tú también sé sobre cinco ciudades.
20
Y vino otro, diciendo: Señor, he aquí tu mina, la cual he tenido guardada en un pañuelo;
21
porque tuve miedo de ti, que eres hombre recio; tomas lo que no pusiste, y siegas lo que no sembraste.
22
Entonces
él
le dijo: Mal siervo, de tu boca te juzgo. Sabías que yo era hombre recio, que quito lo que no puse, y que siego lo que no sembré;
23
¿por qué, no diste mi dinero al banco, y yo viniendo lo recibiera con el logro?
24
Y dijo a los que estaban presentes: Quitadle la mina, y dadla al que tiene las diez minas.
25
Y
ellos
le dijeron: Señor, tiene diez minas.
26
Pues
yo
os digo que a cualquiera que tuviere, le será dado; mas al que no tuviere, aun lo que tiene le será quitado.
27
Y también a aquellos mis enemigos que no querían que yo reinase sobre ellos, traedlos acá, y degolladlos delante de mí.
28
Y dicho esto, iba delante subiendo a Jerusalén.
29
Y aconteció, que llegando cerca de Betfagé, y de Betania, al monte que se llama de las Olivas, envió dos de sus discípulos,
30
diciendo: Id a la aldea de enfrente; en la cual cuando entrareis, hallaréis un pollino atado, en el que ningún hombre se ha sentado jamás; desatadlo, y traedlo.
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Y si alguien os preguntare, ¿por qué
lo
desatáis? Le responderéis así: Porque el Señor lo necesita.
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Y fueron los que habían sido enviados, y hallaron como les dijo.
33
Y desatando ellos el pollino, sus dueños les dijeron: ¿Por qué desatáis el pollino?
34
Y ellos dijeron: Porque el Señor lo necesita.
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Y lo trajeron a Jesus; y habiendo echado sus vestidos sobre el pollino, pusieron a Jesus encima.
36
Y yendo él, tendían sus vestidos por el camino.
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Y cuando llegaron ya cerca de la bajada del monte de las Olivas, toda la multitud de los discípulos, gozándose, comenzaron a alabar a Dios a gran voz por todas las maravillas que habían visto,
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diciendo: ¡Bendito el Rey que viene en el nombre del Señor; paz en
el
cielo, y gloria en
lo
altísimo!
39
Entonces algunos de los fariseos de la multitud, le dijeron: Maestro, reprende a tus discípulos.
40
Y él respondiendo, les dijo: Os digo que si éstos callaran, las piedras clamarían.
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Y como llegó cerca viendo la ciudad, lloró sobre ella,
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diciendo: ¡Oh si también tú conocieses, a lo menos en este tu día, lo que
toca
a tu paz! Mas ahora está encubierto a tus ojos.
43
Porque vendrán días sobre ti, que tus enemigos te cercarán con baluarte, y te pondrán cerco, y de todas partes te pondrán en estrecho,
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y te derribarán a tierra, y a tus hijos dentro de ti; y no dejarán sobre ti piedra sobre piedra; por cuanto no conociste el tiempo de tu visitación.
45
Y entrando en el Templo, comenzó a echar fuera a todos los que vendían y compraban en él.
46
Diciéndoles: Escrito está: Mi Casa, Casa de oración es; mas vosotros la habéis hecho cueva de ladrones.
47
Y enseñaba cada día en el Templo; mas los príncipes de los sacerdotes, y los escribas, y los principales del pueblo procuraban matarle.
48
Y no hallaban qué hacerle, porque todo el pueblo estaba suspenso oyéndole.
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