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Éxodo capitulo 10
La Biblia de las Américas
1
Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: Preséntate a Faraón, porque yo he endurecido su corazón y el corazón de sus siervos, para mostrar estas señales mías en medio de ellos,
2
y para que cuentes a tu hijo y a tu nieto, cómo me he burlado de los egipcios, y cómo he mostrado mis señales entre ellos, y para que sepáis que yo soy el SEÑOR.
3
Moisés y Aarón fueron a Faraón, y le dijeron: Así dice el SEÑOR, el Dios de los hebreos: “¿Hasta cuándo rehusarás humillarte delante de mí ? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.
4
“Porque si te niegas a dejar ir a mi pueblo, he aquí, mañana traeré langostas a tu territorio.
5
“Y cubrirán la superficie de la tierra, de modo que nadie podrá verla. También comerán el resto de lo que ha escapado, lo que os ha quedado del granizo, y comerán todo árbol que os crece en el campo.
6
“Y llenarán tus casas, las casas de todos tus siervos y las casas de todos los egipcios,
algo
que ni tus padres ni tus abuelos han visto desde el día que vinieron al mundo hasta hoy.” Y
Moisés
se volvió y salió de la presencia de Faraón.
7
Y los siervos de Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo este hombre nos será causa de ruina ? Deja ir a los hombres para que sirvan al SEÑOR su Dios. ¿No te das cuenta de que Egipto está destruido?
8
Entonces hicieron volver a Moisés y Aarón ante Faraón, y él les dijo: Id, servid al SEÑOR vuestro Dios. ¿Quiénes son los que han de ir?
9
Y Moisés respondió: Iremos con nuestros jóvenes y nuestros ancianos; con nuestros hijos y nuestras hijas; con nuestras ovejas y nuestras vacadas iremos, porque hemos de celebrar una fiesta
solemne
al SEÑOR.
10
Y él les dijo: ¡Así sea el SEÑOR con vosotros si os dejo ir a vosotros y a vuestros pequeños! Tened cuidado porque tenéis malas intenciones.
11
No
será
así; id ahora
sólo
los hombres, y servid al SEÑOR, porque eso es lo que habéis pedido. Y los echaron de la presencia de Faraón.
12
Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto, para
traer
la langosta, a fin de que suba sobre la tierra de Egipto y devore toda planta de la tierra, todo lo que el granizo ha dejado.
13
Y extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y el SEÑOR hizo soplar un viento del oriente sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y al venir la mañana, el viento del oriente trajo las langostas.
14
Y subieron las langostas sobre toda la tierra de Egipto y se asentaron en todo el territorio de Egipto;
y eran
muy numerosas. Nunca había habido
tantas
langostas como entonces, ni las habría después.
15
Porque cubrieron la faz de toda la tierra, y la tierra se oscureció; y se comieron toda planta de la tierra y todo el fruto de los árboles que el granizo había dejado. Así que nada verde quedó en árbol o planta del campo por toda la tierra de Egipto.
16
Entonces Faraón llamó apresuradamente a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra el SEÑOR vuestro Dios y contra vosotros.
17
Ahora pues, os ruego que perdonéis mi pecado sólo esta vez, y que roguéis al SEÑOR vuestro Dios, para que quite de mí esta muerte.
18
Y
Moisés
salió de la
presencia de
Faraón y oró al SEÑOR.
19
Y el SEÑOR cambió
el viento
a un viento occidental muy fuerte que se llevó las langostas y las arrojó al mar Rojo ; ni una langosta quedó en todo el territorio de Egipto.
20
Pero el SEÑOR endureció el corazón de Faraón, y
éste
no dejó ir a los hijos de Israel.
21
Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tinieblas tales que puedan palparse.
22
Extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas en toda la tierra de Egipto por tres días.
23
No se veían unos a otros, nadie se levantó de su lugar por tres días, pero todos los hijos de Israel tenían luz en sus moradas.
24
Entonces llamó Faraón a Moisés y le dijo: Id, servid al SEÑOR ; sólo que vuestras ovejas y vuestras vacadas queden aquí. Aun vuestros pequeños pueden ir con vosotros.
25
Pero Moisés dijo: Tú también tienes que darnos sacrificios y holocaustos para que
los
sacrifiquemos al SEÑOR nuestro Dios.
26
Por tanto, también nuestros ganados irán con nosotros; ni una pezuña quedará atrás; porque de ellos tomaremos para servir al SEÑOR nuestro Dios. Y nosotros mismos no sabemos con qué hemos de servir al SEÑOR hasta que lleguemos allá.
27
Pero el SEÑOR endureció el corazón de Faraón, y
éste
no quiso dejarlos ir.
28
Entonces Faraón dijo a Moisés : ¡Apártate de mí ! Guárdate de no volver a ver mi rostro, porque el día en que veas mi rostro morirás.
29
Y Moisés respondió: Bien has dicho, no volveré a ver tu rostro.
Nueva Biblia de las Américas
1
Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: “Preséntate a Faraón, porque Yo he endurecido su corazón y el corazón de sus siervos, para mostrar estas señales Mías en medio de ellos,
2
y para que cuentes a tu hijo y a tu nieto, cómo Me he burlado de los Egipcios, y cómo he mostrado Mis señales entre ellos, y para que ustedes sepan que Yo soy el SEÑOR.”
3
Moisés y Aarón fueron a Faraón, y le dijeron: “Así dice el SEÑOR, el Dios de los Hebreos: ‘¿Hasta cuándo rehusarás humillarte delante de Mí? Deja ir a Mi pueblo, para que Me sirva.
4
Porque si te niegas a dejar ir a Mi pueblo, entonces mañana traeré langostas a tu territorio.
5
Cubrirán la superficie de la tierra, de modo que nadie podrá ver el suelo. También comerán el resto de lo que ha escapado, lo que les ha quedado del granizo, y comerán todo árbol que crece para ustedes en el campo.
6
Llenarán tus casas, las casas de todos tus siervos y las casas de todos los Egipcios,
algo
que ni tus padres ni tus abuelos han visto desde el día que vinieron al mundo hasta hoy.’” Moisés se volvió y salió de la presencia de Faraón.
7
Y los siervos de Faraón le dijeron: “¿Hasta cuándo este hombre nos será causa de ruina? Deje ir a los hombres para que sirvan al SEÑOR su Dios. ¿No se da cuenta de que Egipto está destruido?”
8
Entonces hicieron volver a Moisés y Aarón ante Faraón, y él les dijo: “Vayan, sirvan al SEÑOR su Dios. ¿Quiénes son los que han de ir?”
9
Y Moisés respondió: “Iremos con nuestros jóvenes y nuestros ancianos; con nuestros hijos y nuestras hijas; con nuestras ovejas y nuestras vacas iremos, porque hemos de celebrar una fiesta
solemne
al SEÑOR.”
10
“¡Así sea el SEÑOR con ustedes,” les dijo Faraón, “si los dejo ir a ustedes y a sus pequeños! Tengan cuidado porque tienen malas intenciones.
11
No
será
así. Vayan ahora
sólo
ustedes los hombres, y sirvan al SEÑOR, porque eso es lo que han pedido.” Y los echaron de la presencia de Faraón.
12
Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: “Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto, para
traer
la langosta, a fin de que suba sobre la tierra de Egipto y devore toda planta de la tierra, todo lo que el granizo ha dejado.”
13
Moisés extendió su vara sobre la tierra de Egipto, y el SEÑOR hizo soplar un viento del oriente sobre el país todo aquel día y toda aquella noche. Y al venir la mañana, el viento del oriente trajo las langostas.
14
Subieron las langostas sobre toda la tierra de Egipto y se asentaron en todo el territorio de Egipto.
Eran
muy numerosas. Nunca había habido
tantas
langostas como entonces, ni las habría después.
15
Porque cubrieron la superficie de toda la tierra, y la tierra se oscureció. Se comieron toda planta de la tierra y todo el fruto de los árboles que el granizo había dejado. Así que nada verde quedó en árbol o planta del campo por toda la tierra de Egipto.
16
Entonces Faraón llamó apresuradamente a Moisés y a Aarón, y dijo: “He pecado contra el SEÑOR su Dios y contra ustedes.
17
Ahora pues, les ruego que perdonen mi pecado sólo esta vez, y que rueguen al SEÑOR su Dios, para que quite de mí esta muerte.”
18
Moisés
salió de la
presencia de
Faraón y oró al SEÑOR.
19
Y el SEÑOR cambió
el viento
a un viento occidental muy fuerte que se llevó las langostas y las arrojó al Mar Rojo. Ni una langosta quedó en todo el territorio de Egipto.
20
Pero el SEÑOR endureció el corazón de Faraón, y
éste
no dejó ir a los Israelitas.
21
Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: “Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tinieblas tales que puedan tocarse.”
22
Extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas en toda la tierra de Egipto por tres días.
23
No se veían unos a otros, nadie se levantó de su lugar por tres días, pero todos los Israelitas tenían luz en sus moradas.
24
Entonces llamó Faraón a Moisés y le dijo: “Vayan, sirvan al SEÑOR. Sólo que sus ovejas y sus vacas queden aquí. Aun sus pequeños pueden ir con ustedes.”
25
Pero Moisés contestó: “Tú también tienes que darnos sacrificios y holocaustos para que
los
sacrifiquemos al SEÑOR nuestro Dios.
26
Por tanto, también nuestros ganados irán con nosotros. Ni una pezuña quedará atrás, porque de ellos tomaremos para servir al SEÑOR nuestro Dios. Nosotros mismos no sabemos con qué hemos de servir al SEÑOR hasta que lleguemos allá.”
27
Pero el SEÑOR endureció el corazón de Faraón, y
éste
no quiso dejarlos ir.
28
Entonces Faraón dijo a Moisés: “¡Apártate de mí! Cuídate de volver a ver mi rostro, porque el día en que veas mi rostro morirás.”
29
“Bien has dicho, no volveré a ver tu rostro,” respondió Moisés.
Nueva Versión Internacional
1
El SEÑOR le dijo a Moisés: «Ve a hablar con el faraón. En realidad, soy yo quien ha endurecido su corazón y el de sus funcionarios, para realizar entre ellos mis señales milagrosas.
2
Lo hice para que puedas contarles a tus hijos y a tus nietos la dureza con que traté a los egipcios, y las señales que realicé entre ellos. Así sabrán que yo soy el SEÑOR».
3
Moisés y Aarón se presentaron ante el faraón, y le advirtieron: «Así dice el SEÑOR y Dios de los hebreos: “¿Hasta cuándo te opondrás a humillarte en mi presencia? Deja ir a mi pueblo para que me rinda culto.
4
Si te niegas a dejarlos ir, mañana mismo traeré langostas sobre tu país.
5
De tal manera cubrirán la superficie de la tierra que no podrá verse el suelo. Se comerán lo poco que haya quedado después del granizo, y acabarán con todos los árboles que haya en los campos.
6
Infestarán tus casas, y las de tus funcionarios y las de todos los egipcios. ¡Será algo que ni tus padres ni tus antepasados vieron jamás, desde el día en que se establecieron en este país hasta la fecha!”» Dicho esto, Moisés se dio media vuelta y se retiró de la presencia del faraón.
7
Entonces los funcionarios le dijeron al faraón: ?¿Hasta cuándo este individuo será una trampa para nosotros? ¡Deja que el pueblo se vaya y que rinda culto al SEÑOR su Dios! ¿Acaso no sabes que Egipto está arruinado?
8
El faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: ?Vayan y rindan culto al SEÑOR su Dios. Tan solo díganme quiénes van a ir.
9
?Nos van a acompañar nuestros jóvenes y nuestros ancianos —respondió Moisés—. También nos acompañarán nuestros hijos y nuestras hijas, y nuestros rebaños y nuestros ganados, pues vamos a celebrar la fiesta del SEÑOR.
10
?Que el SEÑOR los acompañe —repuso el faraón—, ¡si es que yo dejo que se vayan con sus mujeres y sus hijos! ¡Claramente se ven sus malas intenciones!
11
¡Pero no será como ustedes quieren! Si lo que quieren es rendirle culto al SEÑOR, ¡vayan solo ustedes los hombres! Y Moisés y Aarón fueron arrojados de la presencia del faraón.
12
Entonces el SEÑOR le dijo a Moisés: «Extiende los brazos sobre todo Egipto, para que vengan langostas y cubran todo el país, y se coman todo lo que crece en los campos y todo lo que dejó el granizo».
13
Moisés extendió su vara sobre Egipto, y el SEÑOR hizo que todo ese día y toda esa noche un viento del este soplara sobre el país. A la mañana siguiente, el viento del este había traído las langostas,
14
las cuales invadieron todo Egipto y se asentaron en gran número por todos los rincones del país. ¡Nunca antes hubo semejante plaga de langostas, ni la habrá después!
15
Eran tantas las langostas que cubrían la superficie de la tierra, que ni el suelo podía verse. Se comieron todas las plantas del campo y todos los frutos de los árboles que dejó el granizo. En todo Egipto no quedó nada verde, ni en los árboles ni en las plantas.
16
A toda prisa mandó llamar el faraón a Moisés y a Aarón, y admitió: «He pecado contra el SEÑOR su Dios y contra ustedes.
17
Yo les pido que perdonen mi pecado una vez más, y que rueguen por mí al SEÑOR su Dios, para que por lo menos aleje de donde yo estoy esta plaga mortal».
18
En cuanto Moisés salió de la presencia del faraón, rogó al SEÑOR por el faraón.
19
El SEÑOR hizo entonces que el viento cambiara, y que un fuerte viento del oeste se llevara las langostas y las echara al Mar Rojo. En todo Egipto no quedó una sola langosta.
20
Pero el SEÑOR endureció el corazón del faraón, y este no dejó que los israelitas se fueran.
21
El SEÑOR le dijo a Moisés: «Levanta los brazos al cielo, para que todo Egipto se cubra de tinieblas, ¡tinieblas tan densas que se puedan palpar!»
22
Moisés levantó los brazos al cielo, y durante tres días todo Egipto quedó envuelto en densas tinieblas.
23
Durante ese tiempo los egipcios no podían verse unos a otros, ni moverse de su sitio. Sin embargo, en todos los hogares israelitas había luz.
24
Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y le dijo: ?Vayan y rindan culto al SEÑOR. Llévense también a sus hijos, pero dejen atrás sus rebaños y sus ganados.
25
A esto replicó Moisés: ?¡Al contrario!, tú vas a darnos los sacrificios y holocaustos que hemos de presentar al SEÑOR nuestro Dios,
26
y además nuestro ganado tiene que ir con nosotros. ¡No puede quedarse aquí ni una sola pezuña! Para rendirle culto al SEÑOR nuestro Dios tendremos que tomar algunos de nuestros animales, y no sabremos cuáles debemos presentar como ofrenda hasta que lleguemos allá.
27
Pero el SEÑOR endureció el corazón del faraón, y este no quiso dejarlos ir,
28
sino que le gritó a Moisés: ?¡Largo de aquí! ¡Y cuidado con volver a presentarte ante mí! El día que vuelvas a verme, puedes darte por muerto.
29
?¡Bien dicho! —le respondió Moisés—. ¡Jamás volveré a verte!
Reina-Valera 1960
1
Jehová dijo a Moisés: Entra a la presencia de Faraón; porque yo he endurecido su corazón, y el corazón de sus siervos, para mostrar entre ellos estas mis señales,
2
y para que cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que yo hice en Egipto, y mis señales que hice entre ellos; para que sepáis que yo soy Jehová.
3
Entonces vinieron Moisés y Aarón a Faraón, y le dijeron: Jehová el Dios de los hebreos ha dicho así: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo, para que me sirva.
4
Y si aún rehúsas dejarlo ir, he aquí que mañana yo traeré sobre tu territorio la langosta,
5
la cual cubrirá la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la tierra; y ella comerá lo que escapó, lo que os quedó del granizo; comerá asimismo todo árbol que os fructifica en el campo.
6
Y llenará tus casas, y las casas de todos tus siervos, y las casas de todos los egipcios, cual nunca vieron tus padres ni tus abuelos, desde que ellos fueron sobre la tierra hasta hoy. Y se volvió y salió de delante de Faraón.
7
Entonces los siervos de Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo será este hombre un lazo para nosotros? Deja ir a estos hombres, para que sirvan a Jehová su Dios. ¿Acaso no sabes todavía que Egipto está ya destruido?
8
Y Moisés y Aarón volvieron a ser llamados ante Faraón, el cual les dijo: Andad, servid a Jehová vuestro Dios. ¿Quiénes son los que han de ir?
9
Moisés respondió: Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir; porque es nuestra fiesta solemne para Jehová.
10
Y él les dijo: ¡Así sea Jehová con vosotros! ¿Cómo os voy a dejar ir a vosotros y a vuestros niños? ¡Mirad cómo el mal está delante de vuestro rostro!
11
No será así; id ahora vosotros los varones, y servid a Jehová, pues esto es lo que vosotros pedisteis. Y los echaron de la presencia de Faraón.
12
Entonces Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para traer la langosta, a fin de que suba sobre el país de Egipto, y consuma todo lo que el granizo dejó.
13
Y extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y Jehová trajo un viento oriental sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y al venir la mañana el viento oriental trajo la langosta.
14
Y subió la langosta sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en todo el país de Egipto en tan gran cantidad como no la hubo antes ni la habrá después;
15
y cubrió la faz de todo el país, y oscureció la tierra; y consumió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; no quedó cosa verde en árboles ni en hierba del campo, en toda la tierra de Egipto.
16
Entonces Faraón se apresuró a llamar a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra Jehová vuestro Dios, y contra vosotros.
17
Mas os ruego ahora que perdonéis mi pecado solamente esta vez, y que oréis a Jehová vuestro Dios que quite de mí al menos esta plaga mortal.
18
Y salió Moisés de delante de Faraón, y oró a Jehová.
19
Entonces Jehová trajo un fortísimo viento occidental, y quitó la langosta y la arrojó en el Mar Rojo; ni una langosta quedó en todo el país de Egipto.
20
Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y éste no dejó ir a los hijos de Israel.
21
Jehová dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tanto que cualquiera las palpe.
22
Y extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas sobre toda la tierra de Egipto, por tres días.
23
Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones.
24
Entonces Faraón hizo llamar a Moisés, y dijo: Id, servid a Jehová; solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas; vayan también vuestros niños con vosotros.
25
Y Moisés respondió: Tú también nos darás sacrificios y holocaustos que sacrifiquemos para Jehová nuestro Dios.
26
Nuestros ganados irán también con nosotros; no quedará ni una pezuña; porque de ellos hemos de tomar para servir a Jehová nuestro Dios, y no sabemos con qué hemos de servir a Jehová hasta que lleguemos allá.
27
Pero Jehová endureció el corazón de Faraón, y no quiso dejarlos ir.
28
Y le dijo Faraón: Retírate de mí; guárdate que no veas más mi rostro, porque en cualquier día que vieres mi rostro, morirás.
29
Y Moisés respondió: Bien has dicho; no veré más tu rostro.
Biblia del Jubileo
1
Y el SEÑOR dijo a Moisés: Entra a Faraón; porque yo he agravado su corazón, y el corazón de sus siervos, para dar entre ellos estas mis señales;
2
y para que cuentes a tus hijos y a tus nietos las cosas que
yo
hice en Egipto, y mis señales que di entre ellos; y para que sepáis que yo
soy
el SEÑOR.
3
Entonces vinieron Moisés y Aarón al Faraón, y le dijeron: El SEÑOR Dios de los hebreos, ha dicho así: ¿Hasta cuándo no querrás humillarte delante de mí? Deja ir a mi pueblo para que me sirvan.
4
Y si aún rehusas dejarlo ir, he aquí que yo traeré mañana langosta en tus términos,
5
la cual cubrirá la faz de la tierra, de modo que no pueda verse la tierra; y ella comerá lo que quedó salvo, lo que os ha quedado del granizo; y comerá todo árbol que os produce
fruto
en el campo.
6
Y se llenarán tus casas, y las casas de todos tus siervos, y las casas de todos los egipcios, cual nunca vieron tus padres ni tus abuelos, desde que ellos fueron sobre la tierra hasta hoy. Y se volvió, y salió de la presencia del Faraón.
7
Entonces los siervos del Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo nos ha de ser éste por lazo? Deja ir
a
estos hombres, para que sirvan al SEÑOR su Dios; ¿aún no sabes que Egipto se pierde?
8
Y Moisés y Aarón volvieron a ser llamados al Faraón, el cual les dijo: Andad, servid al SEÑOR vuestro Dios. ¿Quién y quiénes son los que han de ir?
9
Y Moisés respondió: Hemos de ir con nuestros niños y con nuestros viejos, con nuestros hijos y con nuestras hijas; con nuestras ovejas y con nuestras vacas hemos de ir; porque tenemos fiesta solemne del SEÑOR.
10
Y él les dijo: Así sea el SEÑOR con vosotros, como yo os dejare ir a vosotros y a vuestros niños: mirad la malicia que está delante de vuestro rostro.
11
No
será
así: id ahora vosotros los varones, y servid al SEÑOR; porque esto es lo que vosotros demandasteis. Y los echaron de delante del Faraón.
12
Entonces el SEÑOR dijo a Moisés: Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para traer la langosta, a fin de que suba sobre la tierra de Egipto, y consuma toda la hierba de la tierra,
y
todo lo que el granizo dejó.
13
Y extendió Moisés su vara sobre la tierra de Egipto, y el SEÑOR trajo
un
viento oriental sobre el país todo aquel día y toda aquella noche; y a la mañana el viento oriental trajo la langosta.
14
Y subió la langosta sobre toda la tierra de Egipto, y se asentó en todos los términos de Egipto, en gran manera grave; antes de ella no hubo langosta semejante, ni después de ella vendrá otra tal;
15
y cubrió la faz de toda la tierra, y se oscureció la tierra; y comió toda la hierba de la tierra, y todo el fruto de los árboles que había dejado el granizo; que no quedó cosa verde en
los
árboles ni en la hierba del campo, por toda la tierra de Egipto.
16
Entonces
el
Faraón hizo llamar aprisa a Moisés y a Aarón, y dijo: He pecado contra el SEÑOR vuestro Dios, y contra vosotros.
17
Mas ruego ahora que perdones mi pecado solamente esta vez, y que oréis al SEÑOR vuestro Dios que quite de mí solamente esta muerte.
18
Y salió de la presencia del Faraón, y oró al SEÑOR.
19
Y el SEÑOR volvió
un
viento occidental fortísimo, y quitó la langosta, y la arrojó en el mar Bermejo; ni una langosta quedó en todo el término de Egipto.
20
Mas el SEÑOR endureció el corazón del Faraón, para no dejar ir a los hijos de Israel.
21
Y el SEÑOR dijo a Moisés: Extiende tu mano hacia el cielo, para que haya tinieblas sobre la tierra de Egipto, tales que cualquiera las palpe.
22
Y extendió Moisés su mano hacia el cielo, y hubo densas tinieblas tres días por toda la tierra de Egipto.
23
Ninguno vio a su prójimo, ni nadie se levantó de su lugar en tres días; mas todos los hijos de Israel tenían luz en sus habitaciones.
24
Entonces Faraón hizo llamar a Moisés, y dijo: Id, servid al SEÑOR; solamente queden vuestras ovejas y vuestras vacas; vayan también vuestros niños con vosotros.
25
Y Moisés respondió: Tú también nos darás en nuestras manos sacrificios y holocaustos, que sacrifiquemos al SEÑOR nuestro Dios.
26
Nuestros ganados irán también con nosotros; no quedará
ni una
uña; porque de ellos hemos de tomar para servir al SEÑOR nuestro Dios; y no sabemos con qué hemos de servir al SEÑOR, hasta que lleguemos allá.
27
Mas el SEÑOR endureció el corazón de Faraón, y no quiso dejarlos ir.
28
Y le dijo
el
Faraón: Retírate de mí: guárdate que no veas más mi rostro, porque en cualquier día que vieres mi rostro, morirás.
29
Y Moisés respondió: Bien has dicho; no veré más tu rostro.
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